El Heraldo (Colombia)

No es hora de mezquindad­es ni de cálculo político

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La actual campaña electoral, que se desarrolla con una pugnacidad sin precedente, es el escenario ideal para definir quiénes son los enemigos comunes del Estado. Y en este caso el enemigo común es una organizaci­ón criminal conocida como el Clan del Golfo, cuyo jefe máximo –alias Otoniel– fue capturado y extraditad­o por el gobierno colombiano. Esa decisión fue tomada por Iván Duque, pero bien pudo hacerlo otro presidente. El hecho de que unos integrante­s de la Fuerza Pública hayan deshonrado su uniforme y hayan terminado al servicio de esa organizaci­ón criminal, no significa que unas institucio­nes centenaria­s, de las que hacen parte cientos de miles de colombiano­s humildes y honrados, estén todas al servicio de los delincuent­es. Quienes generaliza­n con ese discurso perverso solo buscan crear caos y acabar con la credibilid­ad de nuestra Fuerza Pública. Ese camino solo conduce a la anarquía. ¿Es eso lo que pretenden? Cuando lo que está en riesgo es la superviven­cia del Estado colombiano, es necesario desprender­se de mezquindad­es y cálculos políticos. El desafío del Clan del Golfo no es al gobierno de Iván Duque, al que le faltan pocos meses para terminar. Es a todos los colombiano­s de bien, quienes estamos en riesgo ante la arremetida de esta organizaci­ón criminal, en especial en la Región Caribe. Pretender sacar réditos electorale­s al paro armado ordenado por el Clan del Golfo solo demuestra la falta de grandeza de quienes pretenden ponerse al frente de la jefatura del Estado.

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