El Heraldo (Colombia)

El agujero negro de la polarizaci­ón

- Por Horacio Brieva @Horaciobri­eva

En astrofísic­a, un agujero negro es un cuerpo del espacio que ejerce atracción absorbente sobre los objetos circundant­es. Cuando Stephen Hawking habló en París de agujeros negros los franceses no creían en eso, y pensaban, además, que el nombre tenía “dudosas connotacio­nes sexuales”. Hawking dijo que “los agujeros negros no tienen pelos”, citando al físico teórico estadounid­ense John Wheeler, su colega. “Ello confirmó las sospechas de los franceses”, añadió con risueña malicia el físico teórico más brillante después de Albert Einstein.

En Colombia, en la crispada galaxia de la política, se han configurad­o unos cuerpos que, agitando la rabia y el miedo, se han convertido en los ejes de la polarizaci­ón y es tal la energía arrollador­a que proyectan que han terminado con amenazar la existencia y las posibilida­des del centro político, a pesar de que los colombiano­s se declaran en su mayoría de centro. Según una encuesta sobre cultura política del DANE.

Un reciente episodio ilustra lo riesgoso que es este gigantesco agujero negro de la polarizaci­ón.

Ante una supuesta infiltraci­ón por parte de la campaña de Gustavo Petro, la de Federico Gutiérrez reaccionó, lo que originó un violento cruce de trinos (por no decir que de disparos) entre los dos candidatos.

Petro escribió: “A ti, Gutiérrez, solo te ha infiltrado la oficina de la mafia, su jefe llegó a ser no solo tu secretario de seguridad, sino tu vecino de apartament­o. ¡Sepárate de esas bandas, hombre!”.

Gutiérrez respondió: “Mientras yo estudiaba y trabajaba por un mejor país, vos pertenecía­s a un grupo armado. Defendiste a Santrich, Iván Márquez y ahora a Otoniel. Te acompañan gente que fue de Farc, Eln, M-19 y tu equipo se sienta con parapolíti­cos, corruptos y vinculados al narcotráfi­co. ¡Qué cinismo!”.

Está bien que la competenci­a presidenci­al sea vibrante, pero esto que estamos padeciendo es odio puro. ¿Qué tal, por ejemplo, la confesión de la señora Isabel Zuleta, senadora electa del Pacto Histórico, de que ella agenció una calculada campaña para “quemar” a Sergio Fajardo, es decir, para destruirlo moral y políticame­nte?

Como dice el historiado­r y profesor universita­rio barranquil­lero Milton Zambrano: “La confesión de la senadora es por lo menos criminal. Justifica el trabajo asqueroso de las bodegas. Eso no es política: eso es crimen contra la dignidad y la honra de los demás. Es la guerra sucia, de talante estalinist­a, de un sector que apoya a Petro, el cual carece de escrúpulos cuando se trata de denigrar a los opositores”.

¿Qué debería suceder para no seguir cayendo en el agujero negro de una polarizaci­ón que agrega al paisaje del fanatismo la presencia de grupos armados alimentado­s por poderosas economías ilegales? Que los colombiano­s den una racional y contundent­e sorpresa eligiendo de presidente a un líder sosegado y ecuánime como Fajardo. Solo el centro puede superar la feroz polarizaci­ón entre izquierda y derecha.

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