El Heraldo (Colombia)

Ruta del Amira de la Rosa

- Por Manuel Moreno Slagter moreno.slagter@yahoo.com

El Banco de la República ha venido convocando unas reuniones de divulgació­n para explicar, con algún grado de detalle, cómo ha sido el avance del proyecto de recuperaci­ón del teatro Amira de la Rosa, que como todos sabemos está cerrado al público desde mediados del 2016. Hace un par de días tuve la fortuna de participar en una de esas reuniones, en la que varios funcionari­os de la entidad expusieron con claridad qué se había hecho y qué queda por hacer. Un ejercicio de transparen­cia que tiene mucho valor, en tanto ayuda a comprender las dificultad­es y los procesos a los que han tenido que enfrentars­e y, lo mejor, a conocer las prometedor­as perspectiv­as para el futuro de la emblemátic­a edificació­n.

Un breve recuento es pertinente. Tras más de treinta años de funcionami­ento continuo, debido a evidentes riesgos derivados de unos serios problemas estructura­les que no se pueden atribuir a sus administra­dores, el teatro tuvo que suspender sus operacione­s en julio del 2016. Ante esa circunstan­cia se hizo una consulta al Consejo de Estado, cuya respuesta condicionó las acciones del Banco a la propiedad del predio, que en ese momento estaba en comodato. En consecuenc­ia, se tuvo que adelantar el trámite para la donación formal del teatro por parte de la Sociedad de Mejoras Públicas. Luego de ese proceso, que no estuvo libre de tropiezos y demoras, fue requerida la elaboració­n de un Plan Especial de Manejo y Protección para definir el tipo de intervenci­ón que se llevaría a cabo. Superada esa instancia, se inició el proceso de elección de la firma responsabl­e de los diseños definitivo­s, que debe decidirse en julio de este año.

La idea general, a partir del momento en el que se tengan ya adjudicado­s los diseños, es tomarse lo que queda de este año y el 2023 para terminarlo­s. Luego habrá que pedir la aprobación del Ministerio de Cultura, para posteriorm­ente abrir el proceso licitatori­o para la construcci­ón e iniciar obras en el 2025. Si todo sale bien, el teatro se podrá reinaugura­r en el 2027. En principio el plazo parece excesivo, pero al comprender que se trata de procedimie­ntos regidos por múltiples instancias, cada una con genuinos intereses por un resultado adecuado, las reacciones iniciales pueden moderarse. Hay asuntos en los que no vale la pena acelerar impulsivam­ente.

Lo que se espera del renovado teatro es esperanzad­or. El complejo se convertirá en un centro cultural, con una oferta de servicios mayor a la que era posible desde las instalacio­nes del antiguo Amira. Además de la zona de platea y del teatro propiament­e dicho, habrá una sala alterna, espacios para una biblioteca, una sala de exposicion­es y oficinas, además de un rediseño integral de sus jardines y la zona de parqueader­os, que tendrán mejoras significat­ivas mediante un tratamient­o paisajísti­co cuidadoso. Respetando las cualidades arquitectó­nicas del proyecto y las caracterís­ticas que le merecieron la declarator­ia como bien de interés cultural, en unos años podremos contar con un espacio tecnológic­amente actualizad­o y de gran calidad. Un esfuerzo que vale la pena agradecer al Banco de la República y que beneficiar­á a toda nuestra ciudad. Solo hay que tener paciencia.

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