Verdades y mentiras de la pandemia
La forma del ejercicio profesional ha cambiado con la práctica de la medicina de personas que no han hecho ninguna clase de estudios, algunos discípulos del Dr. Google. Pero también personajes importantes son participantes en las noticias, presidentes, empresarios, poetas, filósofos y hasta como decía mi amigo Roque, hay locos que tratan de convencer a la humanidad con sus mentiras, entre los que se incluyen reconocidos personajes de la ciencia, de la investigación, y en todas las casas no falta un profeta de lo que pasó, pudo pasar, o está pasando. Mientras los pobres trabajadores de la salud se han muerto en los hospitales, por muchas veces no tener elementos de protección, acosados por la demanda de pacientes. Muchos de ellos sin conocimiento de la verdad verdadera, encubierta bajo los sesgos de la ignorancia, de la mala información, de la debilidad de los sistemas de salud, de la falta de vacunas y del desconocimiento de los procedimientos y del manejo de los pacientes.
Pasaron meses, hasta cuando avezados médicos italianos realizaron las primeras autopsias, en principio prohibidas por la Organización Mundial de la Salud, que también se equivocó al prohibir los tapabocas, y el cierre urgente de los primeros países afectados, lo cual determinó la diseminación de la pandemia. Las necropsias mostraron los daños vasculares, los fenómenos trombóticos, las severas alteraciones pulmonares, los daños del corazón, y en general el compromiso en todos los órganos en el caso de la enfermedad complicada. Mientras tanto, los países en desarrollo han discutido los resultados externos, no realizando estudios anatomopatológicos, (en cadáveres), dependiendo como muchas veces de la información de los países desarrollados.
Salió a relucir la teoría de la zoonosis o enfermedad transmitida por murciélagos y otros animales, sobre el origen del Sars-cov-2, lo cual no se ha podido validar, igual que su fabricación en laboratorio.
Vacunas invencibles, o para toda la vida no hay, duran un promedio de seis meses y se necesitan tres dosis para que sean efectivas, con sus subsiguientes refuerzos. Pendientes de continuar su evaluación, las vacunas y la misma enfermedad han cambiado su evolución, y sus complicaciones, en medio de una gran cantidad de contagios a través de los cuales también se han adquirido anticuerpos, sin saber cuántos han estado asintomáticos. El resultado, imposible de medir en la práctica, lo cierto es que, aunque el virus no ha desaparecido, las nuevas variantes no producen daños tan graves como las anteriores. Pero, todavía siguen cerrándose grandes ciudades como Shanghái, aunque en mucho menor porcentaje algunos pacientes requieren hospitalización, y una menor cantidad fallecen.
Es el momento de que las sociedades científicas alcen la voz para pedir respeto por la forma como se hace la información irresponsable, el Ministerio de Salud y los servicios oficiales de salud deben corregir los grandes defectos de información, además, hacer una vigilancia de los efectos postcovid, y de los manejos de los pacientes, informando lo que ha pasado con la evaluación de una epidemia, que el mundo ha cargado de mentiras y que debemos ya conocer la realidad.
A nivel mundial, la gran cantidad de publicaciones equivocadas, sin una buena revisión, ha traído en el mundo científico graves errores, difíciles de corregir.
Recientemente otro personaje, el primer ministro británico, Boris Johnson, ha reconocido que su Gobierno ha cometido errores durante la gestión de la pandemia de coronavirus en el país. Principalmente tratando de tomar decisiones adelantadas como la suspensión del uso del tapabocas, confirmándose en la última semana unos 760 nuevos casos y 61 fallecidos por la enfermedad. Si esto pasa en Inglaterra y en China, deberíamos ser muy cautelosos en Colombia con nuestras decisiones basados en informaciones poco rigurosas.