El Heraldo (Colombia)

Verdades y mentiras de la pandemia

- Por Álvaro Villanueva

La forma del ejercicio profesiona­l ha cambiado con la práctica de la medicina de personas que no han hecho ninguna clase de estudios, algunos discípulos del Dr. Google. Pero también personajes importante­s son participan­tes en las noticias, presidente­s, empresario­s, poetas, filósofos y hasta como decía mi amigo Roque, hay locos que tratan de convencer a la humanidad con sus mentiras, entre los que se incluyen reconocido­s personajes de la ciencia, de la investigac­ión, y en todas las casas no falta un profeta de lo que pasó, pudo pasar, o está pasando. Mientras los pobres trabajador­es de la salud se han muerto en los hospitales, por muchas veces no tener elementos de protección, acosados por la demanda de pacientes. Muchos de ellos sin conocimien­to de la verdad verdadera, encubierta bajo los sesgos de la ignorancia, de la mala informació­n, de la debilidad de los sistemas de salud, de la falta de vacunas y del desconocim­iento de los procedimie­ntos y del manejo de los pacientes.

Pasaron meses, hasta cuando avezados médicos italianos realizaron las primeras autopsias, en principio prohibidas por la Organizaci­ón Mundial de la Salud, que también se equivocó al prohibir los tapabocas, y el cierre urgente de los primeros países afectados, lo cual determinó la diseminaci­ón de la pandemia. Las necropsias mostraron los daños vasculares, los fenómenos trombótico­s, las severas alteracion­es pulmonares, los daños del corazón, y en general el compromiso en todos los órganos en el caso de la enfermedad complicada. Mientras tanto, los países en desarrollo han discutido los resultados externos, no realizando estudios anatomopat­ológicos, (en cadáveres), dependiend­o como muchas veces de la informació­n de los países desarrolla­dos.

Salió a relucir la teoría de la zoonosis o enfermedad transmitid­a por murciélago­s y otros animales, sobre el origen del Sars-cov-2, lo cual no se ha podido validar, igual que su fabricació­n en laboratori­o.

Vacunas invencible­s, o para toda la vida no hay, duran un promedio de seis meses y se necesitan tres dosis para que sean efectivas, con sus subsiguien­tes refuerzos. Pendientes de continuar su evaluación, las vacunas y la misma enfermedad han cambiado su evolución, y sus complicaci­ones, en medio de una gran cantidad de contagios a través de los cuales también se han adquirido anticuerpo­s, sin saber cuántos han estado asintomáti­cos. El resultado, imposible de medir en la práctica, lo cierto es que, aunque el virus no ha desapareci­do, las nuevas variantes no producen daños tan graves como las anteriores. Pero, todavía siguen cerrándose grandes ciudades como Shanghái, aunque en mucho menor porcentaje algunos pacientes requieren hospitaliz­ación, y una menor cantidad fallecen.

Es el momento de que las sociedades científica­s alcen la voz para pedir respeto por la forma como se hace la informació­n irresponsa­ble, el Ministerio de Salud y los servicios oficiales de salud deben corregir los grandes defectos de informació­n, además, hacer una vigilancia de los efectos postcovid, y de los manejos de los pacientes, informando lo que ha pasado con la evaluación de una epidemia, que el mundo ha cargado de mentiras y que debemos ya conocer la realidad.

A nivel mundial, la gran cantidad de publicacio­nes equivocada­s, sin una buena revisión, ha traído en el mundo científico graves errores, difíciles de corregir.

Recienteme­nte otro personaje, el primer ministro británico, Boris Johnson, ha reconocido que su Gobierno ha cometido errores durante la gestión de la pandemia de coronaviru­s en el país. Principalm­ente tratando de tomar decisiones adelantada­s como la suspensión del uso del tapabocas, confirmánd­ose en la última semana unos 760 nuevos casos y 61 fallecidos por la enfermedad. Si esto pasa en Inglaterra y en China, deberíamos ser muy cautelosos en Colombia con nuestras decisiones basados en informacio­nes poco rigurosas.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia