Ni el registrador ni la Registraduría brindan garantías
Pero así como el registrador nacional no ha podido explicar con contundencia la aparición de más de un millón de votos el pasado 13 de marzo, tampoco ha sido certero al tratar de justificar la actuación de un buen número de jurados en las distintas mesas de votación. La variación entre el preconteo y el escrutinio superó el 7 por ciento –muy por encima del 1 o 2 por ciento tradicional– no puede explicarse a partir de una falla técnica. Es algo mucho más grave: tiene que ver con el comportamiento doloso de algunos de los jurados en la mesa de votación. De hecho, hay denuncias en el sentido de que un buen número de jurados votaron dos veces. Semejante hecho tan grave tampoco mereció una respuesta por parte del registrador Vega. ¿Quiénes lo hicieron y en qué mesas? ¿Qué sanción recibieron? ¿Volverán a estar en las mesas de votación? Por increíble que parezca, ninguna de esas delicadas preguntas tuvo respuesta por parte del registrador Vega. En medio de semejante incertidumbre los colombianos volveremos a las urnas este 29 de mayo. Por todas estas razones es que la permanencia de Vega al frente de la Registraduría no es prenda de garantía de unas elecciones presidenciales transparentes. Ni el registrador ni la Registraduría generan la confianza que las actuales circunstancias demandan.