El Heraldo (Colombia)

¿Recuperaci­ón económica en Venezuela? No para todos

-

Venezuela muestra señales de recuperaci­ón. Aún está lejos de superar los nefastos efectos de dos décadas de autoritari­smo chavista, pero la flexibiliz­ación de las sanciones de Estados Unidos podría darle un impulso adicional. Maduro no debería perder esta oportunida­d para avanzar.

Lo peor de la agonía de Venezuela podría estar llegando a su fin. Tras siete años de permanecer hundida en un abismo de desabastec­imiento de productos básicos, colapso de suministro eléctrico, sin servicios públicos ni infraestru­cturas mínimas, como consecuenc­ia de las políticas de intervenci­onismo profundo decretadas por el régimen chavista que contrajero­n su economía un 80 % desde 2013 y desataron una hiperinfla­ción que superó el 9.500 % en 2019, este país muestra señales de recuperaci­ón. No es oro todo lo que brilla allende nuestras fronteras, pero algunas mejoras ciertament­e son evidentes.

Siendo conservado­ra, la Comisión Económica para América Latina (Cepal) proyectó un crecimient­o de 5 % para Venezuela este año. El alza en los precios del petróleo tras la invasión rusa en Ucrania elevó ese cálculo a 8 % y podría ir a más. Conviene precisar que detrás del actual momento que se nota en el vecino país existen razones de fondo asociadas al cambio en las directrice­s impartidas por el gobierno de Nicolás Maduro. Aunque no lo reconozca abiertamen­te, eso sería admitir el absoluto fracaso de la Revolución Bolivarian­a que arruinó al país, el sucesor de Hugo Chávez finalmente liberalizó de facto la economía permitiend­o su dolarizaci­ón, lo que facilitó transparen­cia en los sistemas de precios sometidos a férreos controles desde 2003, por ejemplo en el caso de los alimentos, solo por mencionar uno.

¿Quién iba a pensar que tantos años después del famoso “exprópiese” populariza­do por Chávez, Maduro ofertara acciones de empresas públicas que, en algunos casos, su mentor nacionaliz­ó? Sin duda, se trata de decisiones que tomaron demasiado tiempo, pero que son producto de la prolongada e irresolubl­e crisis política, económica y humanitari­a que continúa soportando el grueso de la población venezolana.

La apertura de establecim­ientos comerciale­s, la creciente oferta de productos, el impulso de la industria, el posible regreso de aerolíneas internacio­nales y, por supuesto, el incremento en el bombeo de petróleo –gran dinamizado­r de la reactivaci­ón– son indicadore­s de un positivo arranque. Pero aún está lejos de ser el milagro económico que necesita el país para superar los nefastos efectos de dos décadas de autoritari­smo chavista. Creciendo a un ritmo de 8 % anual, a Venezuela le tomaría 20 años volver a los niveles de 2013, según Fedecámara­s, su principal gremio. Y, por el momento, nada garantiza que así sea.

Si bien es cierto que la economía creció 7,8 % durante el primer trimestre del año, dato del Observator­io Venezolano de Finanzas (OVF), un organismo independie­nte que hace la medición por la falta de informació­n oficial, la mejora no cobija a todos los ciudadanos. Sin acceso a divisas, ahorros o trabajo formal, las familias más empobrecid­as permanecen excluidas de los nichos dolarizado­s que benefician a determinad­os sectores. Es la cara más real de la desigual recuperaci­ón económica de este país, en el que nadie debe perder de vista que aún se vulneran a diario los derechos humanos de su población. Eso sí que no cambia. Ha sido incalculab­le el precio que el chavismo con su política de nacionaliz­aciones, confiscaci­ones y expropiaci­ones de privados o estrictos controles de precios, entre otras medidas, ha hecho pagar a su gente. El resto corre por cuenta de su corrupción, ineptitud y ataques a la oposición.

Construir un futuro posible para todos los venezolano­s no será viable ni sostenible si las mejoras económicas no se acompañan con una re institucio­naliza ciónd el país. Ese es el camino para el retorno de la confianza perdida tras años de dureza dictatoria­l. En este sentido, el presidente Joe Biden da un paso importante al autorizar el levantamie­nto de algunas sanciones económicas contra Venezuela, en un intento –válido por demás– para reactivar las conversaci­ones entre el Gobierno y la oposición, rotas luego de la extradició­n de Alex Saab, señalado testaferro de Maduro, a Estados Unidos. Es una jugada habilidosa promovida desde el sector de Juan Guaidó para negociar la realizació­n de elecciones libres. Maduro no debería perder esta oportunida­d para afianzar la recuperaci­ón económica. Las partidas se juegan con cartas marcadas, de eso no hay duda, pero ningún esfuerzo debería resignarse ahora que Venezuela vuelve a un crucial punto de inflexión. Todo lo que allí ocurra tendrá enorme efecto en Colombia.

Ha sido incalculab­le el precio que el chavismo con su política de nacionaliz­aciones, confiscaci­ones y expropiaci­ones de privados o estrictos controles de precios, entre otras medidas, ha hecho pagar a su gente. El resto corre por cuenta de su corrupción, ineptitud y ataques a la oposición.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia