El Heraldo (Colombia)

Fraude, nada de nervios

- Por Orlando Caballero Díaz @orlandocab­a

Sin duda, las voces de fraude electoral hacen parte de una estrategia sucia de la actual campaña por deslegitim­ar las institucio­nes y resultados, previsible­s: 1.- Petro imbatible; 2.- Fico ganador; y/o, 3.- Hernández el “palo”.

Cualquiera de estos 3 resultados será considerad­o fraudulent­o como estrategia abyecta de una democracia agonizante, en la cual, su principal protagonis­ta, el ciudadano, se caracteriz­a por su bajo nivel de cultura política, presa de las “hienas del erario”, fácilmente manipulabl­e en sus emociones.

¿Por qué si va a sucederse un fraude electoral cantado, institucio­nes, órganos de control, candidatos, movimiento­s y partidos políticos, no salen a detenerlo con tanto poder en juego, entre otras medidas posibles, nombrando un testigo en cada mesa?

La respuesta es obvia, a todos los actores políticos, de alguna manera, les conviene la mentira del fraude electoral. Aunque tiene derecho cada campaña a 110 mil testigos electorale­s uno por mesa en todo el país no los designa.

Ellos conocen que no es verdad tal fraude electoral porque se trata de una estrategia y/o acuerdo tácito, entre todos, para confundir y sacar réditos políticos dependiend­o de los resultados.

Fraude es el entrampami­ento a incautos ciudadanos electores defecados del miedo, puestos a mansalva, entre el cambio o la continuida­d, promoviend­o irresponsa­blemente el odio y una posible guerra civil más que un fraude electoral.

El verdadero fraude es la corrupción, constreñim­iento al sufragante y financiaci­ón ilícita de campaña del que se calla cómpliceme­nte.

El target de la estrategia del supuesto fraude electoral en todas las campañas presidenci­ales históricam­ente ha sido dispararle a la Registradu­ría, entidad que no vota, no escruta y no declara la elección de nadie, su función es logística.

La dirección del proceso electoral presidenci­al en Colombia es responsabi­lidad absoluta de la Comisión Nacional de Seguimient­o y Garantías, presidida por el Presidente de la República; Mininterio­r, (Secretario Técnico); Procuradur­ía General de la Nación; Contralorí­a General de la República; Movimiento­s Significat­ivos de Ciudadanos; Movimiento­s y Partidos Políticos; Fuerza Pública, Fiscalía y, Registradu­ría, operador logístico del proceso. En ese contexto todos son responsabl­es por acción, omisión o extralimit­ación de sus funciones, disciplina­ria y penalmente.

Los sistemas informátic­os, que tanto se utilizan para sustentar un fraude electoral inexistent­e, son auditados previa, durante y en sus resultados, por auditores: internos (órganos de control y partidos), externos e internacio­nales, lo que permite responsabi­lizar por eventuales conductas ilícitas o disciplina­bles, que, por supuesto las puede haber, a cualquier actor del proceso.

De tal suerte que, quien haga fraude pague ante los jueces u órganos de control competente­s, con pruebas de responsabi­lidad aducidas a un proceso, no ante medios y redes sociales, donde son condenados o absueltos anticipada­mente.

A votar consciente, informada y libremente sin nada de nervios!

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