Favor, saludo, grifo
¿Cuál es el origen y la aplicación de la expresión “hacer un flaco favor”? Darío Diago Abello, B/quilla
Hacer un flaco favor o, sin más, un favor es apoyar o ayudar a alguien con desinterés. No se trata de que los flacos sean favores pequeños y sin importancia; por el contrario, pueden ser muy grandes y fundamentales para un esperado final feliz, más allá de que sean un embrollo del que puede ser difícil salir. Porque cuando el favor es flaco, no ayuda, sino que afecta, estropea… De hecho, en un viejo diccionario enciclopédico de 1954 encontré que “hacer un flaco favor” es “dañar, perjudicar”. Esto es, si alguien con muchos pesos auxilia a una institución de caridad, y luego resulta que la ayuda fue plasmada con dineros turbios es probable que eso le ocasione a la entidad receptora serios problemas jurídicos; es decir, esta última recibió un ‘flaco favor’.
El homenajeado llegó a un evento, y el locutor dijo: “Le damos un saludo de bienvenida”. Si es saludo es bienvenida. Jair Enrique Plazas, B/ quilla
Aunque decir ‘saludo de bienvenida’ se usa, en realidad es aparatoso por redundante. Lo correcto es decir: “Un saludo a la doctor a Fulana…” o “Una bienvenida a don Zutano…”, casos en los que se les está enviando un saludo inicial a los homenajeados o expresando enhorabuenas por su arribo, y al cabo de los minutos, de acuerdo a lo convenido, se les podría ofrecer, ahí sí, un ‘discurso de bienvenida’. De todas maneras, es frecuente oír “saludo de bienvenida a…”, y, entonces, como se preguntaba el erudito sucreño José Elías Cury Zambrano: “¿Quién le pone el cascabel a su majestad el Uso?”.
¿Se dice ‘acuso recibo’ o ‘acuso recibido’? LRTL, s. i.
Decir “acuso recibido” es incorrecto. Se dice “acuso recibo”. ‘Acuso’ es el verbo y ‘recibo’ el complemento, que no puede ser el participio de otro verbo. Así, usted no recibe besados, sino besos, y el boxeador no da golpeados, sino golpes.
Si grifo es un animal fabuloso, ¿de dónde viene la costumbre de llamar grifo a la llave que abre el paso de agua en un tubo? M. Maya, B/quilla
Su etimología griega, grýps, grypós, remite a grifo, animal fabuloso que de medio cuerpo hacia arriba era un águila y de medio cuerpo hacia abajo un león. Por su apariencia de exotismo fiero, desde su origen en la antigua Mesopotamia y en lo que hoy es Oriente Medio, los grifos estuvieron vinculados a oficios de vigilancia, en particular de ‘tesoros de montañas’. No obstante, según la mitología grecorromana “eran animales de luz”, consagrados a Apolo, el dios Sol. No en vano tiraban del carro cuando la resplandeciente deidad emprendía su viaje de Oriente a Occidente. Luego, en la Antigüedad, fueron personificados como pequeñas o medianas formas ornamentales o como figuras escultóricas de mayores dimensiones. En la segunda mitad del siglo XIX, con ellas se decoraban las fuentes públicas, y luego surgió y se extendió la moda de fabricarlos en serie como efigies del ser mítico presente en los tubos hogareños.