El Heraldo (Colombia)

14 veces Rafa Nadal

- Por Katherine Diartt P. @kdiarttpom­bo

En este periódico y demás medios escribo siempre sobre política; soy la politóloga que analiza la dinámica del poder nacional e internacio­nal, pero hoy me permitiré una licencia. Les hablaré de tenis, la más antigua de mis pasiones, la que me acompaña desde que tengo 4 años. rafael na dallo merece. El español hace historia en RG, una vez más. Y mi generación es una privilegia­da que ha podido vivir la rivalidad Sampras versus Agassi y después a Federer contra él. Los amantes del deporte blanco el domingo vimos al ídolo de Manacor triunfar en Francia de dos maneras: (1) se coronó campeón y (2) su rival era un pupilo de su propia academia. Doblemente demostrado que la metodologí­a de su tío Toni funciona.

Para quienes no son aficionado­s a este deporte, les explico, Toni Nadal es el tío de Rafael, quien lo “hizo”. Lo entrenó desde niño hasta hace pocos años cuando pasó a dirigir la Nadal Academy. Muchas veces en este injusto mundo donde la exigencia, la persistenc­ia, y el esfuerzo son reevaluado­s ante la inmediatez para lograr objetivos a la que nos hemos acostumbra­do las nuevas generacion­es; Toni ha sido duramente criticado, se le responsabi­lizó hasta de algunas de sus lesiones, por inculcarle un estilo de juego en el que no se da por perdida una pelota. El tío y entrenador a su favor ha usado siempre la misma defensa: “las excusas no ganan partidos”.

El tenis es un deporte fascinante por múltiples razones, pero para quienes lo hemos entrenado, creo que coincidirí­amos en que la mayor es: la individual­idad. Se está solo en la cancha, no hay a quien pasarle la raqueta si las cosas no va bien, ni a quien culpar de una derrota. Por supuesto hay equipo detrás, entrenador, preparador físico, etc; pero el resultado depende enterament­e de ti. Esa soledad hace que el jugador de este deporte sea de un tipo muy particular, más si se ha empezado a practicar desde niño. El tío Toni, quien no solo moldeó el cuerpo y los golpes de Rafa, ha afirmado: “Toda la vida tuve una obsesión: preparar a mi sobrino para la dificultad”. Rafael tiene 36 años, en un deporte donde la mayoría se retiran sobre los 30. Carga con innumerabl­es lesiones, aunque, sigue dando cátedra de cómo administra­r el dolor. Si hay algo para emularle, es en definitiva, su cabeza domada, es increíble cómo hasta cuándo va perdiendo, no se sale de sus casillas, no se le ha visto nunca tirar una raqueta de la rabia.

El entrenador de Rafa hoy ya no es Toni, ahora lo acompaña el otro genio de la raqueta española, Carlos Moyá, sin embargo, el espíritu de lucha que ha demostrado desde que jugaba en la categoría de benjamines sigue intacto. El español es de esos ejemplos que deberíamos analizar más, por supuesto la posibilida­d de llegar a la cima en un deporte es excepciona­l, pero es que sus trofeos en su caso no son lo más relevante. Sí lo son su compostura y aplomo. Sin escándalos, sin rabietas. Jamás irrespetan­do a un rival.

Rafa es un súper dotado, es uno entre millones de niños que lo intentaron, yo misma en mi etapa junior en la que solo vivía pendiente de la raqueta, nunca pude ingresar ni siquiera al top 10 del ranking colombiano, no tuve el talento suficiente, pero el tenis igual contribuyó, y en gran medida, al adulto en el que me convertí. Tenía 13 años y él 16 cuando por primera vez lo vi jugar por televisión, no puedo creer que dos décadas después yo aún este disfrutand­o de su juego. Rafa es garra y es entrega, por eso Rafa es tenis. Gracias a Toni por hacerlo posible.

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