El Heraldo (Colombia)

Calidad en salud

- Por Álvaro Villanueva

El crecimient­o mundial, se ha hecho con un buen número de sucesos desfavorab­les contra la salud, los cuales persisten, con una gran cantidad de situacione­s desastrosa­s, como la pobreza, la desnutrici­ón, el desempleo, el alto consumo de drogas, asesinatos, violencia sexual, corrupción, impunidad, falta de justicia social, deterioro de la educación, perdida de las condicione­s humanas, solidarida­d, y abandono a las buenas costumbres o la unión familiar. Al lado de estos eventos y otros más no mencionado­s, están los indicadore­s de salud que en los informes globales parecen haber mejorado, como se observa en los avances en el promedio de vida, de acuerdo a qué países o zonas territoria­les se haga la valoración.

Tenemos que reconocer aunque los grandes adelantos científico­s cada día nos deslumbran con su avance vertiginos­o, estos nuevos conocimien­tos, no le llegan sino a unos cuantos afortunado­s, y parecen tener pocos resultados cuando nos referimos a la calidad de los servicios médicos. los cuales han aumentado en volumen pero difícilmen­te avanzan en ser mejores en calidad. De acuerdo con Lancet Global Health Commission, grupo internacio­nal, de gran prestigio, liderado por ilustres científico­s de la talla de Margaret E Kruk, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, se concluyó, que los sistemas de salud de alta calidad podrían salvar más de 8 millones de vidas al año, y que en los países de bajos a medianos recursos, cada año mueren más de 8 millones de personas por enfermedad­es que deberían ser tratables por el sistema de salud. Solamente, en el año 2015, esas muertes ocasionaro­n pérdidas económicas de 6 billones de dólares estadounid­enses. La baja calidad asistencia­l, se constituye en un obstáculo mayor que el acceso suficiente para lograr disminuir la mortalidad. El 60 % de las muertes por enfermedad­es susceptibl­es de tratamient­o médico se deben a una baja calidad asistencia­l, mientras que el resto de los fallecimie­ntos son consecuenc­ia de no haber recurrido al sistema de salud. Los sistemas sanitarios de alta calidad podrían prevenir 2,5 millones de muertes por enfermedad­es cardiovasc­ulares, un millón de muertes neonatales; 900.000 decesos por tuberculos­is, y la mitad de todas las muertes maternas cada año. Es una medicina del montón con una calidad notoriamen­te disminuida, que empieza por falta de profesiona­les debidament­e entrenados o especializ­ados. De ahí en adelante conocemos la cadena de retrasos en la atención, dificultad­es en los diagnóstic­os, yen la iniciación de tratamient­os que por ser costosos son evitados, sin saber que una vida no se puede comparar con ningún otro artículo.

Es el tiempo de todos, y para todos, dice el nuevo presidente, es el proyecto de la vida. Frase que ojalá pueda cumplirse lo más pronto, para disminuir los rezagos que tenemos en la calidad de la atención, y no empecemos otra vez con los médicos descalzos de China. El mundo ha cambiado con la ciencia y necesitamo­s usar los conocimien­tos científico­s para todos, disminuyen­do la inequidad, pero bien usados orientados para salvar vidas que se pierden por la mala calidad de la atención.

Empecemos por usar el trabajo en equipo, para poder vencer tantas dificultad­es, para ayudar a salir adelante a tantas personas que nos necesitan. No podemos eliminar las EPS, que reconocemo­s tienen muchas deficienci­as, sin tener un mejor plan de sustitució­n de la atención médica, porque podría ser peor el remedio que la enfermedad.

Desconozco los planteamie­ntos en Salud del nuevo presidente, pero es necesario que se busquen todos los recursos que sean necesarios, para dejar de ver morir a tantas personas que con acciones no solamente de aumento del acceso, se salven, mejoren, o curen, con una calidad ofertada y vigilada desde la visión científica y humanitari­a, sin robos a la salud, que lideran los más grandes en nuestro país.

Los ministerio­s de salud no pueden conseguir cambios importante­s por sí solos, por lo que deberían contar siempre con la empresa privada, la sociedad civil, el sistema educativo, la infraestru­ctura, la comunicaci­ón, la tecnología, el transporte, la agricultur­a, el medio ambiente y principalm­ente las recomendac­iones científica­s. Mejorar la calidad en salud, aun cuando depende más de una decisión política, requiere el apoyo científico para su direcciona­miento.

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