El Heraldo (Colombia)

Sin el fiscal general no puede haber paz total

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La paz total debe pasar –necesariam­ente– por el despacho del fiscal general. Punto. Quiéralo o no, el presidente Petro debe trabajar de la mano con el fiscal Barbosa si pretende que su principal apuesta llegue a feliz término. No es un asunto discrecion­al, ni mucho menos de gustos o preferenci­as políticas. Mientras Barbosa sea el fiscal general –y lo será hasta febrero del 2024– Petro tiene que contar con su colaboraci­ón. En algunos asuntos estará de acuerdo, en otros no. Por fortuna, Barbosa no es un “fiscal del bolsillo” de Petro. Las diferencia­s entre presidente y fiscal, cuando se trata de lograr la paz, no son nuevas y casi siempre resultan traumática­s. Ocurrió, por ejemplo, con Andrés Pastrana y Alfonso Gómez Méndez en tiempo de los diálogos del Caguán con las Farc. Gómez Méndez, al igual que Barbosa, dejó en claro a Pastrana que ningún acuerdo con la guerrilla podría alcanzarse por encima de la Constituci­ón y la Ley. Otros fiscales han sido más incondicio­nales de los presidente­s de turno, como ocurrió con Luis Eduardo Montealegr­e en tiempos de Juan Manuel Santos. Desde la Fiscalía, Montealegr­e se convirtió en el principal escudero de la paz de Santos. No hubo de parte suya una sola objeción a todo lo pactado en La Habana. Todo lo contrario: su respaldo fue total y absoluto. Ese no es el caso de Barbosa con Petro. En esta oportunida­d –amparado en la Constituci­ón y la Ley– cumple la función de contrapeso del presidente. Y tiene mucha razón cuando afirma tajantemen­te –por si alguien lo duda– que no es subalterno de Petro.

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