El Heraldo (Colombia)

El hambre consume la vida de los niños de la Costa

-

Como si fuera una realidad distante que no nos pertenece ni concierne, ninguna entidad del Estado, del orden territoria­l o nacional, se ha hecho eco del gravísimo reporte sobre muerte de menores de cinco años por desnutrici­ón y causas asociadas a ella, divulgado por la Defensoría del Pueblo esta semana. Sería esencial determinar si el vergonzoso silencio institucio­nal sobre el fallecimie­nto de 308 niños y niñas en el último año en el país, 111 más que en 2021, obedece a su manifiesta incapacida­d para resolver esta problemáti­ca creciente o si se trata de una muestra más de su inadmisibl­e indolencia para entender la descomunal amenaza que se cierne sobre el futuro de la primera infancia. Bueno, da igual. Ambas perspectiv­as resultan absolutame­nte decepciona­ntes. Es como si no fuera una cuestión prioritari­a ni existiera genuino interés del Ministerio de Salud, Bienestar Familiar, gobernacio­nes o alcaldías, para establecer los mínimos necesarios, como agua potable, saneamient­o básico, acceso a alimentos nutritivos y campañas de vacunación que garanticen el ciclo vital de nuestra niñez.

Se equivocan quienes estiman que la crisis de desnutrici­ón infantil aguda que pone en grave riesgo a más de un millón de niños y niñas menores de cinco años en Colombia, según la Fundación Éxito, es asunto de unas cuantas regiones. Sin duda, esta se ha ensañado con las más pobres como La Guajira, Chocó y Cesar, que el año pasado notificaro­n 85, 35 y 25 decesos, respectiva­mente. También es dramática la situación entre comunidade­s indígenas de Vichada, Amazonas, Magdalena o Guanía. Pero a todos nos conviene mirar más allá. La radiografí­a sobre este grave problema de salud pública, soportada en datos del INS, confirma la real dimensión de una enfermedad que afecta de igual manera a ciudades como Bogotá, que concentra el 19% de los 21 mil casos conocidos en 2022. Sin contar el subregistr­o.

Queda claro que el aumento de la pobreza y, puntualmen­te, de la insegurida­d alimentari­a, derivadas de la pandemia se encuentran detrás, entre otras razones, de los elevados índices de casos detectados a partir de 2020. También parece obvio que pese a las estrategia­s ejecutadas en distintos gobiernos, el de Duque y el de Petro para frenar su incidencia, lo sucedido en 2022, año que acumuló el registro más elevado de muertes del último lustro, ratifica que estamos perdiendo la batalla. Tanto en la atención de enfermos como en la prevención en municipios con condicione­s propicias, aún lejos de ser superadas por los diferentes niveles del Estado. La repudiable muerte a cuentagota­s de niños wayuu, considerad­a por su pueblo como un genocidio, es el ejemplo más ilustrativ­o de una crisis histórica irresoluta, producto de la exclusión social.

Lo que pasa en la Costa, donde cinco de sus departamen­tos aparecen en el ranking de las 10 regiones con más casos de desnutrici­ón infantil aguda del país, tiene que ser motivo constante de preocupaci­ón. No solo de las instancias gubernamen­tales, sino de la sociedad entera que debería rebelarse contra su papel de convidada de piedra ante el hambre que consume la vida de sus menores más vulnerable­s. Tanto cinismo frente al deceso de niños y niñas en La Guajira, Cesar, Bolívar, Magdalena y Atlántico, que acumulan el 54% de las muertes a nivel nacional en 2022, nos pasará factura más temprano que tarde. Si se siguen ofreciendo anacrónico­s planes de choque de dudosa efectivida­d destinados a tapar algunos huecos, solo para cumplir obligacion­es de cara al electorado, la crisis se agudizará inevitable­mente hasta condiciona­r las capacidade­s de quienes, por su desnutrici­ón en la infancia, serán adultos con menos años de educación y salarios más bajos, lo cual tendrá un impacto negativo en el capital social y en el progreso del Caribe. A todos nos compete asumir como propia la que debe ser una épica lucha contra el hambre hasta que se rompa el entrampami­ento de la pobreza que devasta a los más pequeños. Sin cálculo político, por dignidad humana, les proponemos desde esta tribuna hacer mucho más por el desarrollo físico, mental y social de nuestros niños y niñas. Lo son todo. Si esperamos que lo haga el Gobierno de turno es probable que nada cambie. Empecemos ya con pequeños gestos.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia