El Heraldo (Colombia)

LOS PIRATAS DE LA REINA

- POR JESÚS FERRO BAYONA

Sobre la columna del domingo pasado en la que mencioné la protección que la reina Isabel I de Inglaterra brindaba a los corsarios ingleses para que hicieron de las suyas en al Caribe, un amigo que vivió más de 30 años en Santo Tomé de Guayana, hoy ciudad Bolívar, Venezuela, me escribió diciéndome que la reina les daba “patente de corso” a los piratas que asolaron nuestros litorales, en ese entonces posesiones españolas. Uno de ellos fue Sir Walter Raleigh, “Sir” así como suena, ¡un título real en inglés otorgado a un pirata! Pero esa fama no le duró mucho pues los españoles, para no complicars­e con la pronunciac­ión de su nombre, acabaron traduciend­o Guatarral.

Sir Walter atacó en 1595 a San Juan de Oruña, en la isla de Trinidad, y a Santo Tomé en Guayana adonde llegó buscando “El Dorado”, nombre mítico que despertaba las más delirantes ambiciones de oro y riquezas de los conquistad­ores y piratas que se lo imaginaban situado en zonas remotas de Suramérica española. Pero la búsqueda insaciable del oro trajo consigo desolación y muerte. En Santo Tomé el pirata inglés tomó presos a los habitantes del poblado y a su fundador, Antonio de Berrío, y no los soltó sino hasta cuando le dieron toda la informació­n sobre aquellas nuevas e inmensas tierras en las que penetró navegando por el río Orinoco. Raleigh descubrió algunas minas de estaño y regresó después de su aventura a la isla de Trinidad donde mandó a decapitar a los pobladores y quemar el pueblo hasta reducirlo a cenizas para no dejar huella de su paso.

El nombre de Raleigh está ligado al de Sir Francis Drake –“Dragón” para los españoles-, otro pirata que además de haber circunnave­gado la tierra, una proeza como la realizada antes en parte por Magallanes, pisó la Guajira colombiana. Drake se tomó Riohacha en diciembre del año en que Raleigh asoló las poblacione­s que mencioné. Devastó a su paso lo que encontró, buscando esta vez las preciosas perlas que le dieron renombre a la región, asedió a Riohacha y la incendió, para irse luego a morir de disentería en Portobelo, Panamá, el año siguiente. Las rentas de la reina Isabel I de Inglaterra se incrementa­ron enormement­e con las incursione­s de sus corsarios de alto nivel, Drake, Hawkins, Raleigh, manteniend­o una guerra de bajo perfil con el rey de España, Felipe II, con la ventaja de no entrar en guerra abierta con el viudo de su media hermana, la difunta reina María I. Los nombres de los famosos piratas ingleses quedaron grabados en los anales de la reina inglesa, mientras que en Cien años de Soledad García Márquez los consagró literariam­ente en el inicio de la saga de los Buendía: la bisabuela de Úrsula Iguarán se asustó tanto con el estampido de los cañones cuando Drake atacó a Riohacha que presa de los nervios se sentó sobre un fogón ardiendo. Y “Francisco el Hombre (…) cantaba las noticias con su vieja voz descordada, acompañánd­ose con el mismo acordeón arcaico que le regaló sir Walter Raleigh en la Guayana”. El pirata inglés es recordado también en el cuento de Gabo El ahogado más hermoso del mundo.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia