El Heraldo (Colombia)

INSEGURIDA­D EN LOS MUNICIPIOS QUÉ DICEN LOS CANDIDATOS?

- POR FRANCISCO CUELLO DUARTE @Cuelloduar­te

En un viaje que hice por Barranquil­la, al tomar un taxi cerca al estadio Metropolit­ano, le pregunté al taxista que cómo estaban los carnavales. Su respuesta fue: caliente. ¿Y la insegurida­d? Más caliente, respondió. Y, añadió: “unas bandas cuyos jefes operan desde las cárceles arman su equipo con muchachos, jóvenes menores de l8 años, por aquello del tratamient­o especial que les da el Código Penal. Los dotan de una moto nueva, un revolver 38 y un listado de las víctimas, especialme­nte comerciant­es de un sector selecciona­do. Quien no pague la vacuna semanal juiciosame­nte calculada sobre los ingresos económicos del paciente, le hacen un requerimie­nto verbal y con señas obscenas, el segundo aviso lleva un lenguaje más agresivo y el tercer aviso es una bomba, una granada o un disparo si el cliente se pone terco. A una señora vendedora de fritos del barrio Chiquinqui­rá la asesinaron porque se negó a pagar una cuota de 100.000 pesos semanales… Estos muchachos se sienten poderosos porque reciben un salario, sin descuentos, de 1.500.000 mensuales y algunas boni caciones”. Es el ingreso mensual de ingeniero de sistemas o la mitad del salario de un médico general.

Esta radiogra ía del taxista de Barranquil­la en materia de insegurida­d es el mismo sistema que opera a nivel nacional, donde estas bandas reclutan a los hijos de nadie, bachillere­s sin futuro, donde estudiaron materias que en la vida práctica no tienen ninguna incidencia positiva para capotear el hambre que azota a la comunidad especialme­nte a la niñez, donde tampoco existe una política pública para salvar las vidas de millones de niños que los acecha este monstruo. A propósito, Barranquil­la es la ciudad con más hambre en el país y a la vez, la más feliz. Ahora más, con Juan Fernando Quintero en el Junior.

Lo triste de todo este panorama es que no se avizora una solución cercana sino la propuesta simplista del ministro de justicia de proponer dar salida de las cárceles a un montón de delincuent­es para que trabajen de día y regresen al establecim­iento carcelario por la noche o queden en detención domiciliar­ia. Ya la alcaldesa de Bogotá puso el grito en el cielo mientras los otros mandatario­s guardaron un silencio de miedo, aun cuando algunos dicen que la medida es positiva para la descongest­ión de las cárceles.

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