El Heraldo (Colombia)

QUÉ TIEMPOS AQUELLOS!

- POR NICOLÁS RENOWITZKY @nicorenowi­tzky

En este relato solo pretendo que mis lectores de la vieja guardia recuerden cómo era de diferente hacer negocios por allá, por los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, y para que mis lectores jóvenes analicen con un solo ejemplo, cómo han cambiado los tiempos, y se trata de un relato real.

Cuando el Ministerio de Transporte estaba construyen­do la Circunvala­ción, averigüé que esta no contaría con señalizaci­ón informativ­a de destino, elementos indispensa­bles para orientar a los conductore­s, y que yo había conocido en 1966 a lo largo y ancho de los Estados Unidos, conduciend­o un Pontiac, en un viaje de 120 días que hice a los 21 años. La Circunvala­ción sería la primera vía rápida de la ciudad, y yo quería que se pareciera a un highway americano. Analicé que la única manera como se podrían nanciar esos grandes elementos tipo pasa-vías o muy grandes banderas, sería explotándo­los publicitar­iamente en el lado opuesto a los tableros de señalizaci­ón, y logré la autorizaci­ón o cial del Ministerio de Transporte. Pero yo no contaba con los recursos para construirl­os. Fue así como se me ocurrió diseñar y construir una pequeña maqueta metálica en la que por el frente se apreciaba la señalizaci­ón, y en la posterior, la valla publicitar­ia de las empresas a las que propondría que me las nanciaran.

Visité a los gerentes de las principale­s empresas locales, proponiénd­oles esa publicidad cívica, con la maquetica en la mano, y solicitánd­oles unas cartas en las que manifestar­an, que si se instalaban esos elementos, ellos me contratarí­an durante dos años y por un determinad­o valor mensual, una o varias vallas publicitar­ias. Así lo logré. Ya con esas cartas, fui a solicitarl­e un crédito al Banco de Bogotá, su gerente, Walter Gómez, veri

có con esas empresas su verdadero compromiso y me nanciaron el 100% del valor de esos elementos. Con las 44 estructura­s ya instaladas, esa nueva Circunvala­ción parecía una vía gringa, pero lo interesant­e del relato es que le llevé los contratos de publicidad al mismo Banco de Bogotá, con una carta mía de autorizaci­ón de cobro, porque fue el banco el encargado de cobrar mensualmen­te esa cartera, y con lo cobrado, después de descontar intereses y una mínima comisión por esa labor, abonaba el saldo a mi deuda. Al año y medio ya esta había sido cancelada totalmente, y el banco siguió haciendo la labor de cobro, abonándome en la cuenta lo recaudado. Y es que los gerentes eran quienes de nían la credibilid­ad o no del cliente, y de acuerdo a esta, les concedían o negaban los créditos. Esta historia, mis amables lectores, es solo para analizar con cierta nostalgia, ¡Cómo han cambiado los tiempos!

La Circunvala­ción sería la primera vía rápida de la ciudad, y yo quería que se pareciera a un ‘highway’ americano”.

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