El Heraldo (Colombia)

RECUERDO DE UN GRAN AMIGO

- POR JUAN SALCEDO LORA

No fue muy di ícil iniciar esta cadena de recuerdos, el mismo Adolfo, en una bella canción nos ilustra sobre su niñez y parte de esa juventud, siempre inquieta, siempre interrogat­iva, curiosa e insaciable hacia lo desconocid­o o por lo insospecha­do. El bello rastro de Mi Niñez, tal y como lo plasmó hace unos años: “Según cuentan los anales, historia está que aprendí, en agosto recibí caricias maternales, para quitarme los males del pecado original. Nando Pereira, triunfal y Alicia Anillo Consuelo, a la iglesia de mi pueblo me fueron a bautizar. “Dice en sellado papel, yo reverendo Trujillo bauticé a un Pacheco Anillo, de nombre Adolfo Rafael. Como párroco doy fe, número y folio dan cuenta, renglón seguido comenta, que nació en hogar cristiano el 8 de agosto del año 1940”.

Inmenso dolor en este enero para olvidar, porque la muerte de Adolfo Pacheco me obliga a recordar las innumerabl­es vivencias con este paisano contemporá­neo; de jóvenes él fue un fenómeno deportivo, ser lanzador y bateador ambidextro. Historia hay, en tanto la memoria las retrotraig­a.

Siendo Teniente del Ejército en vacaciones en Barranquil­la, mi hermano Alfredo, más conocido como ‘El Conejo’, fallecido hace un año aproximada­mente y que se sabía y cantaba todos los vallenatos habidos y por haber, me invitó a que lo acompañara a un registro que hoy alcanza el honor de lo histórico. Adolfo Pacheco le iba a dedicar a su padre una canción con motivo de su cumpleaños.

Después de una par de cervezas, y la práctica de algunos sones por parte de Adolfo, este le dijo a una de las hermanas, tráigase al viejo para acá, así se hizo y ya sentado en una silla, feliz en medio de familiares y amigos, Miguel Pacheco no tenía la más mínima idea de lo que se le venía encima. “Padre esta canción que le dedico, lleva el agradecimi­ento de muchos años, espero que la disfrutes”:

“Buscando consuelo, buscando paz y tranquilid­ad, el viejo Miguel del pueblo se fue muy decepciona­do. Yo me desespero, y me da dolor porque la ciudad, tiene otro destino y tiene su mal para el provincian­o, le queda el recuerdo perenne de una amistad, que labró en la tierra querida de sus paisanos – Ya no eran lágrimas, era llanto de ternura y emoción".

Hoy estará animando una parranda celestial, quién sabe que le pedirán sus amigos músicos que le precediero­n, Landero, Ramón, Diomedes, Rafa Orozco, y en larga cola tantos más, a lo mejor que cante su famosísima canción La Hamaca Grande que impactó para siempre en el festival vallenato.

Dios debió recibirlo gustoso de tener a un hombre que hizo cantar a un pueblo al son magistral de su música.

Hoy estará animando una parranda celestial, quién sabe que le pedirán sus amigos músicos que le precediero­n”.

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