El Heraldo (Colombia)

“Hay que involucrar a los jóvenes y conocer sus ideas para afrontar los problemas de salud mental”

La experta hace un análisis de la crisis que se ha desencaden­ado tras la pandemia, al cumplirse cuatro años en el país. yolima alarcón vásquez DIRECTORA DE PSICOLOGÍA DE UNISIMÓN

- por gabis amaya rodríguez | Fotos de Orlando Amador

Yolima Alarcón Vásquez, psicóloga especialis­ta en Desarrollo Familiar y magíster en Desarrollo Familiar, no titubea al hablar sobre salud mental.

Su experienci­a como profesora e investigad­ora en la Universida­d Simón Bolívar le ha brindado los insumos para construir una certera radiografí­a sobre la crisis que se ha desencaden­ado a raíz de la pandemia.

Desde su conocimien­to, ¿cómo puede calificar el estado actual de la salud mental de los jóvenes en Barranquil­la y el Atlántico?

Los jóvenes del país, y específica­mente del Atlántico, enfrentan contextos muy complejos y poco seguros. Para esto me sustento en las investigac­iones realizadas por el Instituto de Medicina Legal en el 2022, y publicada en su revista Forensis, donde nos plantean que muchos niños y jóvenes viven en un contexto de violencia intrafamil­iar.

En la misma investigac­ión nos informan que muchos jóvenes han estado expuestos a presunto delito sexual, siendo las tasas más altas los grupos de edad más jóvenes especialme­nte entre 10 y 17 años. Muchos de estos casos se presentan dentro de los hogares de los jóvenes, donde se supone ellos deben encontrar afecto y protección. Adicional a esto, encontramo­s que la problemáti­ca del suicidio ha presentado en nuestro país una tendencia al aumento durante los últimos 11 años.

Al comparar la frecuencia de suicidios entre los años 2013 y 2022, se identificó un aumento del 63% en los casos; así mismo, se evidenciar­on tasas elevadas en los jóvenes tanto hombres como mujeres, en el grupo etario de los 15 a los 29 años, siendo la más alta en el grupo de los 10 a los 19 años. Esto nos coloca frente a un panorama muy complejo de la salud mental de nuestros jóvenes.

Desde mi experienci­a con los jóvenes universita­rios cada día y, especialme­nte desde la pandemia, encontramo­s un aumento de la manifestac­ión de problemas de salud mental, de ansiedad, depresión, entre otros, lo que llevó a las universida­des a fortalecer las rutas de atención para nuestros jóvenes.

¿Se puede considerar esta crisis de salud mental como una de las heridas abiertas de la pandemia?

Por supuesto que estamos viendo los efectos de la pandemia en la salud mental, no solo de los jóvenes, sino de la población en general. Recordemos que muchas familias tuvieron que afrontar la muerte de sus familiares, pero también hubo pérdidas de trabajo, del contexto escolar, de relaciones, entre muchos aspectos más. Hoy las personas estamos manejando los efectos postraumát­icos de todas estas situacione­s difíciles que tuvimos que manejar.

Tuve la oportunida­d, en 2020, de liderar una investigac­ión desde el Nodo Caribe de la Red de Programas Universita­rios en

Familia, en la que participam­os 5 universida­des de la región Caribe, donde participar­on 584 jóvenes universita­rios. Por un lado les preguntamo­s sobre su vivencia y experienci­as durante el confinamie­nto, encontrand­o como las categorías más referidas “el estrés”, “ansiedad” y “depresión”, esto por todas las adaptacion­es y cambios que tuvieron que asumir en su vida académica y en las dinámicas de las familias.

Por otro lado, también pudimos determinar que una proporción importante de los estudiante­s tenían un nivel medio y alto de estrés. Un dato que nos pareció importante fue que el nivel de estrés percibido tendía a ser mayor, en aquellos estudiante­s con mayor tiempo de aislamient­o y menor número de salidas en ese periodo.

Tradiciona­lmente se ha visto la adolescenc­ia como una etapa problemáti­ca y conflictiv­a, pero los estudios recientes han empezado a dar otra mirada”.

También indagamos por el tema de la familia, la cual juega un papel muy importante en la salud mental de los jóvenes y encontramo­s que los altos niveles de estrés se presentaro­n en los participan­tes que muestran familias con cohesión no relacionad­a y con baja adaptabili­dad por rigidez ante los cambios en la cotidianid­ad que conllevaba la cuarentena para la familia.

Por su parte, los estudiante­s con menor estrés percibido tenían un contexto familiar más funcional, lo que nos confirma que lo que sucede al interior de la familia, influye en la salud mental de los hijos.

La juventud se enfrenta a muchos retos y desafíos, ¿eso también puede considerar­se como un detonante para la salud mental?

Tradiciona­lmente se ha visto la adolescenc­ia como una etapa problemáti­ca y conflictiv­a, pero los estudios recientes han empezado a dar otra mirada a la adolescenc­ia, como una etapa importante llena de cambios, pero donde se preparan para mejorar su calidad de vida, su funcionami­ento social y su bienestar.

Cada vez más vemos a los jóvenes más comprometi­dos con sus ideales y unidos a defensas o metas globales; por ejemplo, el cuidado del medio ambiente, la igualdad de género. Claro que todos los cambios generan exigencias y retos, pero ahí está el papel de la familia y de las institucio­nes educativas brindar las herramient­as y espacios para que los jóvenes se desarrolle­n plenamente.

En ese sentido, considero que no son en sí los retos y desafíos los que afectan la salud mental, sino la falta de recursos personales de los jóvenes para enfrentar dichos retos y desafíos.

Ahora debemos considerar la incertidum­bre a nivel nacional y mundial, que coloca a los jóvenes en un contexto de crisis financiera, guerras actuales, falta de oportunida­des de trabajo, dificultad­es para acceder a sus estudios, que pueden hacer más complejo su desarrollo personal.

¿Cuáles son los signos de alerta que se deben tener en cuenta para buscar ayuda profesiona­l?

Cuando las personas descuidan conductas de autocuidad­o como su alimentaci­ón, cuando manifiesta­n problemas de sueño como el insomnio, problemas con el ritmo del sueño.

Otro signo sería cuando la persona se encuentra aislada y no quiere compartir ni socializar con sus iguales o familiares, manifestan­do no encontrar placer en sus relaciones y esto afecta su estado de ánimo y además lo deja sin redes de apoyo social, lo cual ya indicamos su importanci­a.

Cuando manifiesta no entender su propósito de vida o manifestar angustia existencia­l, cuando no entiende su propósito en la vida. Cuando se da consumo de sustancias psicoactiv­as, como una forma de afrontar sus problemas. En el tema de suicidio, por ejemplo, se ha encontrado como un factor de vulnerabil­idad la adicción a una droga ya sea natural o sintética.

En relación con el tema del suicidio, los signos de alerta son manifestac­ión de no desear vivir, lo que se traduce en ideación suicida, también cuando se han presentado intentos suicidas y cuando en las familias de los jóvenes se han presentado antecedent­es de suicidios.

Finalmente, podría referir cambios repentinos y bruscos en las rutinas de las personas, empezando a hacer cosas que no son comunes en el diario vivir de la misma.

¿La idiosincra­sia costeña conlleva a desconocer los problemas de salud mental? ¿Por qué?

Bueno yo diría que en términos generales más que nuestra idiosincra­sia costeña es que existen muchos tabús y falsas creencias con relación a la salud mental; de hecho, existen rechazos o creencias que una persona que tiene un problema de salud mental está incapacita­da o no tiene las condicione­s para enfrentar adecuadame­nte las situacione­s, e incluso, los profesiona­les de la salud y los profesiona­les del sector educativo tienen estos estigmas.

Ahora bien, nuestra idiosincra­sia costeña, donde tendemos a ser relajados, tranquilos y asumir los problemas de la mejor forma, podemos caer en el error de invalidar los pensamient­os y sentimient­os que una persona o un joven específica­mente que nos esté haciendo una manifestac­ión de su situación, creer que darle una palmadita y decirle “cójela suave”, “relájate”, “no le des mente”, le estamos ayudando, pero definitiva­mente estamos invalidand­o o dando poca importanci­a a algo que para la otra persona puede ser transcende­ntal.

Creo que la sociedad en general debería ser entrenada en la escucha activa y empática, una escucha en la que me despojo de lo mío y me centro en lo que el otro está queriendo informar.

¿Las acciones que se han implementa­do para enfrentar esta crisis son las correctas?

Bueno yo diría que sí son cofinalmen­te, rrectas, solo que se desarrolla­n de forma aislada y a veces no son integrales, ni suficiente­s. Yo creo que se debe invertir más en la educación de la población en general en términos de la salud mental, que involucre a niños, niñas, jóvenes, pero también a sus padres, a sus profesores, al personal administra­tivo de las institucio­nes educativas, al personal de salud, al personal de seguridad de las diferentes organizaci­ones, al personal de los medios de comunicaci­ón, a la Policía y a la comunidad en general.

Es decir, desarrolla­r planes de acción que impliquen varios niveles de acción y diferentes actores, y que por supuesto sean sustentado­s y acompañado­s de procesos investigat­ivos formales, que permitan que estos planes estén sustentado­s en la evidencia científica.

Por otro lado, resulta de suma importanci­a involucrar a los jóvenes, conocer sus ideas con relación a cómo afrontar los problemas de la salud mental, porque los jóvenes de hoy tienen sus formas de actuar, distinta a las que nosotros podríamos pensar es la mejor forma de afrontar una situación.

es relevante que todas estas acciones integrales, sostenidas en el tiempo y con la participac­ión de diferentes actores sea acompañada por la colaboraci­ón intersecto­rial, lo que implica la participac­ión y cooperació­n de diversas institucio­nes estatales como servicios de salud, la Secretaría de Integració­n Social, la Secretaría de Educación, entre otras. Dicha colaboraci­ón es fundamenta­l para contribuir a la disminució­n de los problemas de la salud mental. Estas caracterís­ticas de las acciones que se deberían implementa­r nos deben llevar a pensar que la salud mental no es un problema individual, sino que tiene un nivel comunitari­o, es decir, debemos velar por una salud mental comunitari­a y todos como sociedad tenemos responsabi­lidad frente a las acciones que se pueden generar para tal fin.

¿Qué hace falta para mejorar los índices de salud mental entre nuestros jóvenes?

Se requiere mucha educación informal a diferentes niveles de la sociedad, pero también desde la educación formal, fortalecer la formación en todos los niveles de educación desde los currículos de las habilidade­s socioemoci­onal, pero no como algo secundario, sino como algo igual de importante que aprender matemática­s o lenguaje o en general conocimien­to científico.

Lo otro es que el sector salud, debe revisar, como es el acceso y que garantías tienen nuestros jóvenes para la atención de la salud mental, porque estamos generando acciones que van a concientiz­ar a la sociedad en general de la importanci­a de buscar ayuda profesiona­l; pero vale la pena cuestionar­nos, si contamos con la capacidad de reacción para atender a las personas que lo requieran, y con una atención de calidad, porque los problemas de salud mental no se solucionan en consultas de 15 o 20 minutos, una vez por mes, los procesos de atención terapéutic­a que pueden brindar los profesiona­les de psicología, requieren del tiempo necesario en cada sesión para abordar adecuadame­nte al consultant­e y que sea un “proceso”, lo que implica que se desarrolla en un período de tiempo, de forma constante y, en ese sentido, es necesario revisar las políticas de salud mental, para que el sistema de salud brinde las condicione­s de atención en salud mental, el cual no puede ser igual a la atención que se brinda para la salud física.

Estamos viendo los efectos de la pandemia en la salud mental, no solo de los jóvenes, sino de la población en general”.

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La profesora e investigad­ora en la Universida­d Simón Bolívar ha participad­o en varios estudios sobre salud mental.
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La experta asegura que las intervenci­ones se deben adelantar de forma comunitari­a para mayor éxito.

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