MARCHAR POR EL CENTRO
En la Colombia actual es más fácil ser de derecha o de izquierda que ser del centro político. El sistema contemporáneo se alimenta de la polarización y busca posiciones políticas absolutas; no acepta puntos intermedios o soluciones que no se alineen cien por ciento con la economía de mercado o con los principios de la social democracia. Las marchas de esta semana en contra del gobierno nacional mostraron nuevamente lo difícil que es ser de centro y las razones por las que se le condena a sus militantes a tomar cualquier posición. Si el centro marcha en contra del gobierno actual, los petristas dicen que han dejado en evidencia que el centro siempre ha sido un “uribismo disfrazado” y que históricamente han sido complacientes con el llamado establecimiento. Pero, cuando en la derecha se habla del centro, se escucha recurrentemente decir que son “izquierdistas disfrazados”.
Ambas posturas han utilizado la expresión “disfraz” con el único propósito de desconocer la relevancia del centro. A estos polos del espectro político, el centro les resulta incómodo; no conciben coexistir con partidos que no tomen en momentos determinados soluciones radicales, sino que propongan alternativas que respondan a las necesidades y problemas concretos que tiene el país. El centro es una salida a la polarización y puede generar un efecto de contención para que el poder público no quede exclusivamente en manos de visiones radicales; un ejemplo claro de ello es el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que se ha definido siempre como un político “ni de izquierdas ni de derechas”.
La política progresista busca romper con los sistemas tradicionales bajo la tesis de que el funcionamiento institucional, tal como ha estado establecido, es contrario al desarrollo de las sociedades justas y equitativas. En contraposición, las políticas conservadoras se oponen rotundamente al cambio, bajo valores del orden y de la moral; todo aquello que desafíe el statu quo se considera una amenaza a los principios sobre los que se funda. El centro entiende la premisa intermedia de construir sobre lo construido; entiende que los sistemas políticos son imperfectos y quiere trabajar en soluciones que permitan un sistema más justo sin tener que llevarse todo por delante. Desde la perspectiva del discurso político, es más fácil tomar una posición radical que tomarse el tiempo de entender y explicar por qué ciertas medidas del libre mercado o de la política social pueden ser buenas o malas en determinados contextos, y por qué la moderación también es una vía política necesaria y válida. La derecha y la izquierda saben que se necesita, por eso tratan de desacreditar a toda costa las ideas de centro. Que personas del centro político marchen en contra del gobierno actual no los convierte en militantes de la derecha, pero sí en ciudadanos que entienden que, dentro de un amplio espectro político, la moderación no está obligada a ser complaciente con todo.
La derecha y la izquierda saben que se necesitan para sobrevivir en este ecosistema político, por eso desacreditan las ideas del centro”.