El Heraldo (Colombia)

SALUD MENTAL Y URBANISMO

- POR HERNANDO BAQUERO LATORRE

El abordaje de la salud mental, como problema prioritari­o de salud pública en el país, requiere un decidido enfoque integral y colaborati­vo tanto del gobierno como de la sociedad civil. Para dimensiona­r la magnitud de la situación que enfrentamo­s, considerem­os algunas cifras reveladora­s:

- El 66.3% de los colombiano­s declara haber padecido algún problema de salud mental en algún momento de su vida. Este dato, al analizarse en detalle, expone una alta carga de enfermedad mental, especialme­nte entre la población joven y las mujeres.

- En 2023 se registraro­n en el país más de 3,000 suicidios, aproximada­mente el 30% de estos casos correspond­ieron a jóvenes menores de 18 años. Durante el mismo período, los intentos de suicidio superaron los 30.000 casos.

- Entre los adolescent­es, los trastornos diagnostic­ados con mayor frecuencia son ansiedad, fobia social y depresión. La ideación suicida afecta al 6.6% de los individuos en este grupo de edad.

Estos impactante­s datos nos impulsan a avanzar de los anuncios bien intenciona­dos sobre intervenci­ones puntuales en salud, hacia enfoques más holísticos que incluyan acciones concretas. Por ejemplo, aceptar la relación existente entre urbanismo y salud mental es fundamenta­l. Numerosas evidencias científica­s demuestran que disfrutar de espacios verdes mejora significat­ivamente la salud mental, reduciendo niveles de estrés, ansiedad y depresión. Varias teorías explican estos hallazgos, siendo una de las más mencionada­s la teoría de la restauraci­ón atencional. Esta sugiere que los entornos naturales renuevan nuestra atención, desgastada por el sobreestím­ulo urbano, permitiend­o una atención suave que no agota nuestras reservas cognitivas. Además, la exposición a espacios verdes fomenta la actividad ísica y la interacció­n social, ambos bene ciosos para la salud mental.

La regla 3 30 300, propuesta por el silviculto­r urbano Cecil Konijnendi­jk, nos invita a re exionar sobre nuestro entorno con tres preguntas: ¿Podemos ver tres árboles desde nuestra vivienda? ¿La densidad vegetal en nuestro barrio cubre al menos el 30% del área? ¿Vivimos a menos de 300 metros de un parque? Estas preguntas nos ayudan a evaluar cómo nuestro entorno contribuye a nuestra salud mental.

Ante el crecimient­o y densi cación inevitable­s de las ciudades, es crucial que los plani cadores urbanos consideren la importanci­a de preservar y ampliar los espacios verdes. Estos no solo tienen un valor estético o ecológico, sino que impactan directamen­te en la salud mental de las poblacione­s urbanas. En nuestra ciudad, el debate sobre la convenienc­ia de un gran desarrollo urbanístic­o llamado Ciudad Mallorquín, por su impacto en la movilidad y el medio ambiente, debería extenderse para incluir una evaluación de su impacto directo en la salud mental de quienes habitarán y vivirán cerca de este desarrollo. La regla de Konijnendi­jk podría ser un excelente instrument­o para realizar esta evaluación.

Estos no solo tienen un valor estético o ecológico, sino que impactan directamen­te en la salud mental de poblacione­s urbanas”.

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