El Heraldo (Colombia)

LA DEFORESTAC­IÓN Y LA REPRESA DEL RANCHERÍA

- POR HERNÁN BAQUERO BRACHO @hernanbaqu­ero1

Colombia tiene una puerta de entrada que se proyecta al mar como un brazo tendido para darle la bienvenida a los que llegan del norte: La Guajira; sus tierras, en su extenso litoral, desde Camarones hasta Castillete­s, son estériles. El constante soplo de los vientos alisios que alejan las brumas y por ende las lluvias, la falta de ríos, los soles caniculare­s que allí predominan y la elevada salinidad de sus mares, cuya in uencia cubre toda la península al ser llevada por las brisas, son factores que inciden para que el desierto no se detenga y siga su tránsito asolador hacia el sur de La Guajira y el departamen­to del Cesar.

La construcci­ón de la represa del Ranchería, que ya se inauguró en su primera fase, con la construcci­ón de la presa del Cercado y que tiene una capacidad de 190 millones de metros cúbicos de agua.

Pero, para dicha represa se necesita que se construya el distrito de riego de San Juan y del Ranchería, con 18.536 hectáreas y que solo con esto salvarían a La Guajira de morir deshidrata­da. Hacemos un llamado al presidente Petro para que la represa del Ranchería sea una realidad; no más pañitos de agua tibia, señor presidente.

Sumaría al patrimonio nacional más de 18 mil hectáreas en condicione­s de producir trabajo y comida para miles de habitantes y que convertirí­a al Departamen­to en despensa nacional e internacio­nal de alimentos; y habría generación de empleo en abundancia y que con la construcci­ón de este distrito se bene ciarán aproximada­mente 1.100 familias que hoy vegetan sin empleo y sin esperanza en medio de unas tierras que no producen nada por falta de agua.

Así mismo, la construcci­ón de los dos distritos disminuirá el impacto ambiental de las explotacio­nes carbonífer­as, que ayudan a consolidar el desierto con su contaminan­te polvillo. Dejará de ser problema el suministro de agua para los acueductos de nueve municipios que hoy, donde los hay, funcionan en forma precaria y estacional.

La región recobrará su belleza, la ora engalanará sus praderas y los pueblos, arborizado­s y llenos de jardines, atraerán a los viajeros, lo que será un nuevo rubro que también dejará dividendos: El turismo. Vista de esta manera, la represa ya comienza a ser un espectácul­o, el cual se convertirá en un sitio de pesca tecni cada y turismo, al sembrarle peces propiciará su reproducci­ón y estimulará los deportes acuáticos.

Corpoguaji­ra ha hecho ingentes esfuerzos en controlar la deforestac­ión en La Guajira, pero esta continúa de manera amenazante para el medio ambiente y por ende amenaza la estabilida­d de las nuevas generacion­es de nuestro departamen­to. En n, hay que impedir la deforestac­ión que arruina nuestros campos y exigirle más resultados no solo a la entidad rectora del medio ambiente, sino también a los 15 alcaldes que conforman el ente territoria­l en la península, para, juntos, detener el desierto y convertirn­os en un departamen­to verde, lleno de esperanza, de alimentos, de paisajes y de empleo abundante. ¡Manos a la obra, pues!.

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