UN PUENTE PARA CIUDAD MALLORQUÍN
Los reclamos que han motivado la construcción del proyecto Ciudad Mallorquín merecen atención. Encuentro estimulante que estemos hablando sobre las implicaciones del desarrollo urbano, sus beneficios y consecuencias, sus principios y sus normas. Salvo casos muy puntuales, llevábamos varios años dormidos, sedados por la apatía y el desinterés, así que debemos darle la bienvenida al debate.
La ciudad es la invención más compleja de la especie humana y un factor fundamental para la civilización. Las grandes ciudades constituyen una mezcla heterogénea de intereses, una combinación de culturas y formas de vida que deben encontrar poco a poco las claves del crecimiento armónico y la convivencia. No es fácil. El lamento de unos puede verse equilibrado por el jolgorio de otros. Para miles de personas, mudarse a vivir a Ciudad Mallorquín es un sueño, un logro que conlleva una mejora en su calidad de vida, al establecerse en un entorno urbano cercano a algunos de los mayores nodos económicos del área metropolitana.
Tal desarrollo no está libre de desaíos. Uno de los más apremiantes se relaciona con las condiciones de movilidad que propiciarán las 35.000 personas que vivirán en la urbanización. Será inevitable una sobrecarga de trá co sobre la carrera 53, principal conexión entre el sector y el norte de Barranquilla. Hay varias formas de mitigar ese impacto, entre otras, implementando un buen servicio de transporte público (lo más importante) y mejorar la conectividad vial. Dado que el transporte público ha sido históricamente olvidado por nuestros gobernantes, no creo que podamos esperar mucho en ese sentido.
Las obras, en cambio, han sido la bandera de las administraciones recientes. La construcción de un puente en la intersección de la carrera 65 con la avenida Circunvalar habilitaría otra ruta de salida y entrada a Ciudad Mallorquín y mejoraría las condiciones de circulación vehicular que se prevén. El Grupo Argos tiene todos los diseños de esa intervención, ha construido las aproximaciones en ambos costados y reservado los terrenos necesarios para el puente. Pero hace falta que Puerto Colombia y Barranquilla se pronuncien. Podría explorarse una colaboración conjunta para tal efecto, entendiendo que los recaudos del predial en ambos municipios se verán signi cativamente incrementados por el crecimiento generado por la inversión privada. En cualquier caso, el silencio de las autoridades en la conversación sobre Ciudad Mallorquín es, cuando menos, llamativo.
Uno de los más apremiantes se relaciona con las condiciones de movilidad que propiciarán 35 mil personas que vivirán en la urbanización”.
moreno.slagter@yahoo.com