EL HORROR REVELADO A TRAVÉS DEL SONIDO: OPPENHEIMER Y ZONA DE INTERÉS
Desde que el sonido fue introducido al cine, se convirtió en un componente crucial añadiendo capas de realismo y autenticidad al aspecto visual, sumergiendo a la audiencia en la narrativa. Sin embargo, en ocasiones, el sonido se convierte en el medio predominante, hecho que sucede tanto en Zona de Interés como en Oppenheimer, dos de las películas premiadas en la reciente ceremonia de los Oscar.
Tanto Zona de Interés ( Jonathan Glazer), ganadora del premio al mejor sonido y película extranjera como Oppenheimer (Christopher Nolan), ganadora como mejor película y mejor director, revelan el horror de la Segunda Guerra Mundial de una manera inusual. Ambas películas optan por transmitir las atrocidades a través del sonido, evitando mostrarlas directamente.
En Zona de Interés, el sonido, a cargo de Johnnie Burn, se convierte en el protagonista escondido pero poderoso de la historia del comandante nazi Rudolf Höss y su familia. Mientras observamos su bella casa con niños que van al colegio y fiestas de cumpleaños, escuchamos los gemidos, disparos y ladridos de la realidad que se vive detrás del muro que rodea la casa. Los sonidos que la familia pretende ignorar acosan constantemente, transmitiendo la brutalidad sin necesidad de imágenes explicitas.
Por otro lado, Oppenheimer, cuyo sonido estuvo a cargo de Ludwig Göransson, utiliza efectos disonantes para sumergir al espectador en la mente del inventor de la bomba atómica. A medida que Oppenheimer percibe las implicaciones devastadoras de su propia creación, el sonido se vuelve cada vez más discrepante, interrumpiendo incluso el diálogo, empleando en ocasiones largos silencios para crear impacto.
Ambas películas presentan figuras históricas cuyas acciones tuvieron repercusiones políticas y éticas tan significativas, que resuenan aún en la actualidad. La comparación entre los inventores de armas de destrucción masiva y los creadores de tecnologías contemporáneas como la inteligencia artificial es escalofriante y relevante, sirviendo como un recordatorio de las consecuencias mortales del progreso mal dirigido.
Oppenheimer y Zona de Interés nos obligan, a través del sonido, a confrontar el horror y la responsabilidad inherente a la capacidad humana de destrucción. En última instancia, nos recuerdan que el sonido puede ser más que una simple herramienta cinematográfica; puede ser un medio poderoso para desenterrar la verdad y provocar reflexiones profundas sobre nuestra historia y nuestro futuro.