DESCARBONIZAR LA ECONOMÍA DEL CESAR Y LA GUAJIRA
El mundo y la sociedad en toda su historia ha venido evolucionando, cambiando y sobre todo haciendo transiciones, desde la aparición del motor a vapor y el carbón, luego el motor a combustión y los derivados del petróleo, luego un energético clave como el gas natural, así mismo pudimos convertir toda esa energía en electricidad y logramos iluminar el mundo a partir de nuestras redes eléctricas donde cada vez utilizamos más este tipo de energía.
La transición energética y la integración de nuevos energéticos implica principalmente una electrificación de toda la matriz; sin embargo, hay retos muy grandes, pues si bien es cierto la electricidad en Colombia no es más del 16 % de la energía total que consume el país, es decir, debemos pensar en cómo reemplazar en el largo plazo ese porcentaje restante que no es nada pequeño. En su contra está que el crecimiento de consumo eléctrico solo en la Costa Caribe el año pasado fue del 8 % y en contraste solo adicionamos un 0,5 % como energía solar con el parque La Loma.
Pero si analizamos a fondo el Cesar y La Guajira, además de Atlántico y Magdalena, quienes también una parte de su economía depende de la actividad minera, no requieren una transición energética en los objetivos de descarbonización del Gobierno nacional, pero si requiere algo en lo que todos en la región estamos de acuerdo, “Diversificación productiva”. Esto no es una transición, es decir, que vamos saliendo de algo progresivamente para meternos en otro, todo lo contrario, el término diversificación es tener diversos renglones económicos, creando nuevos y potenciando los ya existentes, pero todos trabajando en conjunto por el desarrollo de la región.
En ese orden de ideas, se debe pensar que la industria del carbón debe seguir dando el aporte económico que le brinda a la región mientras los mercados internacionales sigan comprando, y no acelerar su salida simplemente por pensar el futuro que claramente no está predeterminado. Por el contrario, lo que sí debemos es acelerar a fondo las inversiones en los otros renglones productivos en los cuales vamos a “diversificar” nuestra matriz productiva y que aún hoy solo están en promesas, así, cuando ese futuro oscuro del carbón llegue, ya toda la región se encuentre preparada.
Termino con una historia metafórica, crecí en una casa con una sola habitación, una cocina y un baño, con papá, mamá y un hermano, vivíamos un poco apretados. Mis padres siempre trabajaban para ampliar la casa, en el tiempo y al enterarse que venía un nuevo integrante a la familia aceleraron la ampliación y buscaron los recursos. Inició la ampliación, construyeron los cimientos, empezaron a levantar paredes, por fin mi sueño de tener una habitación, pero a pesar de desearla nunca mudé ni una sola silla hasta que la remodelación estuviera lista. Esto pasa con la transición, debemos construir las bases sólidas de la diversificación productiva, sus paredes, techos y acabados antes de mudarnos hacia ella, si no corremos el riesgo de movernos a un lugar quizás con mayores dificultades.
Director del Observatorio de la Transición
Energética del Caribe OTEC
Universidad Areandina