SIEMPRE CELEBRAR
Nada me emociona más que encontrarme con esas personas que siempre encuentran un motivo para celebrar la vida, para gozar de la existencia. Esos que no esperan fechas especiales para hacer
esta, sino que cazan, en la cotidianidad, esos espacios sublimes que aparecen escondidos en lo rutinario para encontrar razones para seguir viviendo con alegría. No creo en el optimismo como la certeza de que siempre ganaremos o de que las cosas saldrán como las hemos planeado, ni siquiera como la idea de que todo lo que ocurre tiene un sentido. Creo que el optimismo es la certeza de que la vida seguirá adelante a pesar de toda adversidad o experiencia sin sentido, y que siempre proporcionará motivos para celebrar.
Me preocupa cuando algunas manifestaciones religiosas hacen creer que aquel que tiene fe nunca experimentará dolores, derrotas o pérdidas. Esa ilusión de que la fe garantiza vivir en prosperidad desconoce nuestra estructura antropológica.
La vida humana es en medio de limitaciones y contingencias, de deseos y obstáculos, y quien niegue eso distorsionará la existencia misma. Necesitamos aprender a vivir desde esa condición, potenciando nuestras capacidades y habilidades, fortaleciéndonos en las debilidades y fragilidades, y tratando de darle un sentido a lo que hacemos. La experiencia religiosa es una fuerza para vivir la vida en todas sus manifestaciones, no solo para declararse vencedor, sino para uir cuando las dificultades parecen ganarnos.
En el silencio que nos conecta con lo mejor de nosotros mismos entendemos el peso de cada situación y proyectamos nuestro futuro en medio de las circunstancias. Por eso este debe ser complementado con el movimiento de explorar la existencia personal, entenderla como un todo y no simplemente como la suma de actos independientes. Hay un hilo que las une, es el Espíritu, que no nos exime del sufrimiento, pero nos impulsa a seguir adelante, a celebrar, a recomponernos, a descubrir nuevos caminos, a amar intensamente. Creo que quien aprende a celebrar podrá gestionar mejor las situaciones diarias, especialmente aquellas que ponen a prueba el carácter y la fuerza interior. Una celebración que no se limite a las intensas emociones que suben y bajan, sino que se enraíce en lo más íntimo y se exprese en rituales existenciales provocativos y creativos.
Nosotros, los del Caribe, tenemos la disposición a celebrar. Sabemos ahondar en lo profundo del corazón para encontrar esos motivos que nos hacen seguir viviendo. La invitación es a que no te dejes desanimar por las adversidades, sino que aún en medio de ellas mantengas la actitud de celebrar. Ahí reside el sentido de la vida.
La invitación es a que no te dejes desanimarpor las adversidades, sino que aún en medio de ellas mantengas la actitud de celebrar .