El Heraldo (Colombia)

SUICIDIO JUVENIL: HOLA, SOLEDAD

- POR JOSÉ AMAR AMAR

Poco se hace por la salud mental de nuestros jóvenes. Datos del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, y del Instituto Nacional de Salud indican que entre 2015 y 2018 se presentaro­n más de 33 mil intentos de suicidio, y aproximada­mente 2 mil suicidios completado­s en menores de 18 años; después de la pandemia se registraro­n más de 17 mil intentos de suicidio en niños, niñas y adolescent­es.

Aunque detrás de cada intento suicida hay una historia de vida particular, se considera que uno de los factores desencaden­antes es el sentimient­o de soledad.

Vivir no es fácil en estos días. Factores como la insegurida­d, el abuso del alcohol y otras sustancias, los con³ictos familiares, padre y madre que trabajan y llegan agotados a sus viviendas, familias con menos hijos, ocasionan en los jóvenes insegurida­d, desesperan­za, riesgos de violencia y especialme­nte sentimient­os de soledad.

Es tan alto el número de intentos de suicidio en el mundo que países como Japón y Reino Unido han creado el Ministerio de la Soledad, con el ²n de realizar acciones que promuevan y mejoren las relaciones sociales de las personas, para ayudarlas a que tengan un bienestar µísico, mental y social.

El novelista francés Víctor Hugo escribía que el in²erno se de²ne en una sola palabra: “soledad”; y el ²lósofo alemán Schopenhau­er decía que el instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad. Es diµícil encontrar compañía consigo mismo, y es muy doloroso sentirse aislado, apartado y olvidado por los otros. Estando solos nos sentimos infelices, y los jóvenes —especialme­nte—, sufren más cuando viven una ruptura sentimenta­l o cuando se sienten excluidos por sus pares, o desatendid­os por sus padres.

Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sentido la percepción desagradab­le y penosa de estar desconecta­dos de relaciones sociales signi²cativas; y aunque el discurso o²cial nos dice que los jóvenes particular­mente están hiperconec­tados a través de las redes sociales, un amplio estudio en España muestra que la mayoría de las veces esa hiperconec­tividad solo genera interaccio­nes super²ciales.

Los seres humanos necesitamo­s apego emocional. En lenguaje poético, necesitamo­s sentir amor y sentir que alguien nos ama, pero también necesitamo­s redes sociales: amigos, colegas, vecinos. La soledad emocional y la soledad social resultan insoportab­les para muchas personas, y pueden originar el deseo de no querer vivir más, generando una sensación de aislamient­o e inutilidad de una vida sin propósito, que puede llevar a comportami­entos autodestru­ctivos.

Desafortun­adamente esta desesperan­za y el sentir la exclusión emocional y social no se arregla con medicament­os que buscan equilibrar nuestro cerebro. Creo que lo que el mundo necesita es un gran cambio cultural en nuestras prácticas y costumbres. Un mundo menos competitiv­o y más solidario, aunque esto sea una utopía.

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