CIUDAD MALLORQUÍN: PIERDE B/QUILLA Y PIERDE PUERTO COLOMBIA
Argos es una empresa cuya presencia ha sido sinónimo de desastre en Barranquilla y Puerto Colombia, no solo lleva consigo un historial ecológico desolador, sino que también ha sido una fuerza destructora implacable desde su fundación. Desde el principio, ha demostrado ser una experta en la liberación descontrolada de polvo de cemento, dejando un rastro de degradación ambiental a su paso. Sin embargo, su última afrenta, la contaminación desenfrenada de polvo de carbón a lo largo de la vía 40, ha marcado un nuevo nivel de devastación. Sus acciones han diezmado ecosistemas enteros, eliminando bosques tropicales, desfigurando médanos y exterminando la vida silvestre local sin piedad. Argos, con su imprudente comportamiento, ha dejado una marca indeleble de destrucción y desolación en el tejido mismo de la naturaleza en estas regiones.
Argos, bajo el manto de supuestas mejoras urbanísticas, promociona en su página web a ‘Ciudad Mallorquín’ como un nuevo barrio multiestrato, pero omite descaradamente mencionar que este proyecto es simplemente una repetición del desastre urbanístico que representó Alameda del Río. Lo más irónico es que algunas de las mismas empresas constructoras implicadas en el fracaso de Alameda del Río también tienen participación en la construcción de Ciudad Mallorquín, reproduciendo así el mismo error urbanístico en el norte de Barranquilla con total desprecio por las lecciones aprendidas.
El caos inminente que se avecina con la urbanización de 18.000 nuevas unidades de vivienda multiestrato y un aumento proyectado de más de 65,000 personas en su población, junto con la introducción de más de 15.000 vehículos adicionales, está destinado a generar una congestión vial insoportable y una sobrecarga insostenible de los servicios públicos en el sector norte. Este flagrante desdén por las necesidades básicas de la comunidad dejará a los habitantes de Barranquilla y Puerto Colombia en una situación desesperada y completamente insostenible.
Es de vital importancia que las autoridades de Barranquilla y Puerto Colombia tomen medidas enérgicas de inmediato y colaboren estrechamente para garantizar un crecimiento urbano equitativo y ordenado que beneficie a todos, en lugar de solo satisfacer los intereses económicos de Puerto Colombia. Barranquilla merece mucho más que ser sacrificada en el altar del desarrollo urbano irresponsable impulsado por la codicia corporativa. Es hora de que las autoridades actúen con determinación y firmeza antes de que el daño sea irreversible y sea demasiado tarde para rectificar esta tragedia anunciada.