ACOMODAR LA CONSTITUCIÓN
No podemos olvidar que la actual Constitución promulgada por la Asamblea Constituyente de 1991 no solo estableció que Colombia se convertiría en un estado social de derecho con una constitución garantista, dinámica y romántica, sino que terminó permitiendo que el estado social anhelado pasara a ser ¡un estado social de cohecho¡ desdibujando los fines esenciales de la solidaridad, la prosperidad y la dignidad para convertirlos en fines de interés para unos pocos.
No es un secreto que la Constitución de 1991 tenía como propósito prohibir la extradición de colombianos, especialmente de aquellos que en esa época tendrían cuentas pendientes con la justicia americana. El eslogan de “prefiero una tumba en Colombia a una celda en los Estados Unidos” fue tomado tan en serio, hasta el punto de influir en la nueva constitución para que la prohibición de extraditar nacionales quedara plasmada en ella.
Desde su nacimiento, la Constitución ha sido motivo de acomodo para propiciar la forma de beneficiar a quien lo requiera, fue así como se logró la reelección presidencial por dos periodos, razón por la cual no es nada raro que el actual presidente Gustavo Petro Urrego pretenda o esté contemplando promover una asamblea constituyente para rediseñar o promulgar una nueva constitución que le permita gobernar a su antojo.
La Constitución política podrá ser reformada conforme lo establece en sus artículos 374, 375 376, 377 y 378, cumpliendo con la rigurosidad estipulada sin perder de vista lo contemplado en el preámbulo de la carta política: “El pueblo de Colombia en ejercicio de su poder soberano”. Es el pueblo quien tomará la decisión de reformar, sustituir o derogar la actual Constitución política.
Con asombro observo que el jefe de Estado en su popular discurso sugiere una constituyente como la solución para que las propuestas y reformas que tiene en su universo mental puedan ser implementadas, quien sabe con qué propósito o que necesidad le haya surgido contemplar tan aberrante posibilidad. Como ciudadano colombiano en pleno ejercicio de mis derechos civiles, políticos, considero que lo que menos necesita nuestro país es una reforma a la Constitución, que a propósito la mayoría de los colombianos no conocen porque no la han leído o no la han estudiado.
Necesitamos reformar las prácticas corruptas que los enemigos de la democracia y del pueblo han implementado en las instituciones, necesitamos declararle la guerra frontal a la corrupción, a la impunidad y a la injusticia, pero lo que menos necesitamos en estos momentos es acomodar la Constitución al capricho de quien llegó al poder para no gobernar.