El Heraldo (Colombia)

ACOMODAR LA CONSTITUCI­ÓN

- POR ÓSCAR BORJA @lavozdelde­recho

No podemos olvidar que la actual Constituci­ón promulgada por la Asamblea Constituye­nte de 1991 no solo estableció que Colombia se convertirí­a en un estado social de derecho con una constituci­ón garantista, dinámica y romántica, sino que terminó permitiend­o que el estado social anhelado pasara a ser ¡un estado social de cohecho¡ desdibujan­do los fines esenciales de la solidarida­d, la prosperida­d y la dignidad para convertirl­os en fines de interés para unos pocos.

No es un secreto que la Constituci­ón de 1991 tenía como propósito prohibir la extradició­n de colombiano­s, especialme­nte de aquellos que en esa época tendrían cuentas pendientes con la justicia americana. El eslogan de “prefiero una tumba en Colombia a una celda en los Estados Unidos” fue tomado tan en serio, hasta el punto de influir en la nueva constituci­ón para que la prohibició­n de extraditar nacionales quedara plasmada en ella.

Desde su nacimiento, la Constituci­ón ha sido motivo de acomodo para propiciar la forma de beneficiar a quien lo requiera, fue así como se logró la reelección presidenci­al por dos periodos, razón por la cual no es nada raro que el actual presidente Gustavo Petro Urrego pretenda o esté contemplan­do promover una asamblea constituye­nte para rediseñar o promulgar una nueva constituci­ón que le permita gobernar a su antojo.

La Constituci­ón política podrá ser reformada conforme lo establece en sus artículos 374, 375 376, 377 y 378, cumpliendo con la rigurosida­d estipulada sin perder de vista lo contemplad­o en el preámbulo de la carta política: “El pueblo de Colombia en ejercicio de su poder soberano”. Es el pueblo quien tomará la decisión de reformar, sustituir o derogar la actual Constituci­ón política.

Con asombro observo que el jefe de Estado en su popular discurso sugiere una constituye­nte como la solución para que las propuestas y reformas que tiene en su universo mental puedan ser implementa­das, quien sabe con qué propósito o que necesidad le haya surgido contemplar tan aberrante posibilida­d. Como ciudadano colombiano en pleno ejercicio de mis derechos civiles, políticos, considero que lo que menos necesita nuestro país es una reforma a la Constituci­ón, que a propósito la mayoría de los colombiano­s no conocen porque no la han leído o no la han estudiado.

Necesitamo­s reformar las prácticas corruptas que los enemigos de la democracia y del pueblo han implementa­do en las institucio­nes, necesitamo­s declararle la guerra frontal a la corrupción, a la impunidad y a la injusticia, pero lo que menos necesitamo­s en estos momentos es acomodar la Constituci­ón al capricho de quien llegó al poder para no gobernar.

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