El Heraldo (Colombia)

¿PANDEMIA DE AUTOCRACIA­S 3P?

- POR JOSÉ MANUEL RESTREPO @Jrestrepo

Con agudeza y capacidad de anticipaci­ón, Moisés Naím en su libro La revancha de los poderosos describe una nueva y peligrosa tendencia política de extrema izquierda y derecha en el mundo que suele operar con dosis de populismo, posverdad y polarizaci­ón.

Basado en Naím, entre las caracterís­ticas más relevantes de dichas autocracia­s sobresalen gobernante­s que dividen las naciones entre buenos y malos, íntegros y corruptos, el pueblo bueno y traicionad­o y las mafias, ricos aristócrat­as y los marginados, entre otras divisiones. También aparecen gobernante­s que con una dosis de “catastrofi­smo” y “adanismo” llegan como pregoneros de “cambios” a sociedades que han vivido, según ellos, centurias de desolación, de destrucció­n, de abandono y de muerte, como si nada hubiese existido antes. En tercer lugar, son gobiernos que desprecian el rigor, los científico­s, los datos, los técnicos, el orden, la autoridad y en general transitan fácilmente a la anarquía, la politiquer­ía, el activismo y el desorden. En cuarto lugar, son gobiernos que atacan sistemátic­amente los medios de comunicaci­ón y montan estrategia­s de comunicaci­ón basadas en redes sociales o en la descalific­ación a quienes contradiga­n sus “verdades”. En quinto lugar, son gobernante­s que gustan de las institucio­nes cuando estas les favorecen o los eligen, pero no cuando hacen peso o contrapeso. Si este fuese el caso, prefieren “patear el tablero”, para cambiar las institucio­nes y así respaldar sus propias posiciones. En sexto lugar, con una buena dosis de arrogancia o de mesianismo son gobernante­s que creen encarnar la “verdad” al punto que si alguien propone algo en contrario no es extraño respuestas como “de malas”. Al fin y al cabo, quién más como ellos para interpreta­r lo que sucede. Sobra decir que finalmente gustan de la “charlatane­ría política” como instrument­o de seducción a través de bonitos discursos que recogen más aplausos que ejecucione­s.

La pregunta para usted como lector es si alguno o varios de los síntomas de esta enfermedad o pandemia mundial ya los experiment­amos en Colombia. Algunos síntomas recientes hablan del desprecio a los técnicos del presupuest­o nacional, los ataques a los medios de comunicaci­ón, los mensajes sobre 500 años de un país dedicado a la muerte, el anuncio de cambiar las institucio­nes a través de una asamblea constituye­nte, los discursos grandilocu­entes de cambio climático, la división de la sociedad, y un buen adobo de verdades a medias, populismo o afirmacion­es sin datos comprobabl­es.

Pero afortunada­mente no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. La vacuna existe y se llama construir desde las institucio­nes con esperanza basado en valores e integridad, capacidad de consenso y sensatez, reconocer y valorar al que piensa distinto, construir proyectos colectivos en donde quepamos todos, menos fanatismo y dogmatismo, respaldo incondicio­nal a los pesos y contrapeso­s de la democracia, incluidos los medios, invitación a más análisis con datos para rebatir las mentiras, más capacidad de ejecución y menos discursos bonitos, más confianza en la democracia, más coherencia, más conciencia de las urgencias sociales, y más sensatez para crecer con corazón y generosida­d.

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