El Heraldo (Colombia)

QUÉ HAY DETRÁS DE LA CONSTITUYE­NTE?

- POR FRANCISCO CUELLO DUARTE @ Fcuellodua­rte

La Constituci­ón de 1886 fue reemplazad­a por la de 1991. Duró más de un siglo y el país no se desbarató, con las dificultad­es normales de cualquier nación. Había marihuana tipo exportació­n, delincuenc­ia, corrupción y grupos al margen de la ley. La guerrilla siempre estuvo en el monte, lejos. 105 años después, fue cambiada por la de 1991, la cual mejoró sustancial­mente su marco jurídico creando un Estado Social de Derecho, donde se acentuó los pilares de una democracia participat­iva en favor del ciudadano de la calle.

De igual manera, se crearon instrument­os más prácticos, como la acción de tutela, que garantiza la efectivida­d de los derechos fundamenta­les de cualquier persona, y un capítulo especial dedicado a la defensa y protección del medio ambiente. Cuenta con 380 artículos, suficiente­s para enfrentar cualquier problema normal del país. Sin embargo, durante su vigencia ha tenido más de 45 reformas, ajustando sus normas a las circunstan­cias dinámicas de un Estado moderno.

Los problemas subsisten, y segurament­e, que tampoco no van a desaparece­r, como el agelo de la corrupción, el narcotrá co, la violencia, el desempleo y la insegurida­d. Por ejemplo, la corrupción no es de derecha o de izquierda, pues hay bandidos ambidiestr­os. El problema no es de Constituci­ón Política, sino del cerebro de un buen gobernante. ¡De malas, cuando nos equivocamo­s el día de las elecciones!

Ahora bien, ¿cuál es el verdadero sentido de crear una nueva Constituye­nte por parte del Presidente Petro? El asunto es político- electoral. El gobierno se está quedando sin aire y necesita reactivar las masas populares ante el desgaste natural y la realidad de las encuestas. Hay que buscar culpables, y la culpa no es de la vaca, como dice el libro de Lopera.

El poder no se puede perder. Tiene un atractivo casi sexual. El ser humano lo de ende a muerte. Este gobierno se excedió en reformas. Cuatro, bien estructura­das y con argumentos, eran su cientes, lideradas con una nómina de ministros expertos y con buena inteligenc­ia emocional.

La Constituye­nte no es el camino. Es costosa, engorrosa y peligrosa. Mover a más de 13 millones de electores que digan Si, no es fácil. Se van casi dos años en este proceso. Mientras tanto, el país seguirá viendo el espectácul­o entre Mancuso e Iván Mordisco. ¿Quién canta mejor? Nace un nuevo Macondo.

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