¿DÓNDE ESTÁN LAS FUERZAS VIVAS DE LA CIUDAD?
Las llamadas Fuerzas Vivas de una comunidad, municipio o Distrito, son aquellas conformadas por personas o grupos representativos de la actividad económica, social o política, que por su prestancia se supone adquieren la responsabilidad de defender a la ciudad o comunidad que habita en esta. Pero honestamente, ¿podríamos asegurar que nuestra querida Barranquilla sí cuenta con unas Fuerzas Vivas que estén cumpliendo con ese cometido?
Dejo esa respuesta a mis lectores, pero obviamente sin dejar de emitir mi concepto, y quizás, más fácil que hacerlo con una respuesta, resulta a través de otras preguntas.
¿Podría alguien comparar la manera vehemente y valiente, como los paisas de enden y exigen al Gobierno nacional lo que Antioquia se merece, con la manera como lo hacemos en Barranquilla? ¿Duda alguien de que si aquí contáramos con unas verdaderas Fuerzas Vivas comprometidas con la defensa de nuestra ciudad, después de tantos años seguiría Barranquilla sin una autopista a Ciénaga, sin una Vía al Mar completa con doble calzada, al igual que sin una Cordialidad convertida en autopista, y sin un verdadero aeropuerto internacional? Echarle la totalidad de la culpa al centralismo, siendo los ciudadanos testigos de la pasividad de unas Fuerzas Vivas conformistas e indolentes, es engañarnos, y sería ingenuo esperar que esta situación cambie de un día para otro.
Hoy se presenta una que de manera clara anticipa un futuro caos en la movilidad del norte de la ciudad, y ya es un hecho de que Barranquilla ha perdido un bosque seco tropical, que aunque ubicado en predios del municipio de Puerto Colombia por absurdamente haber perdido un litigio, era un escudo natural imposible de reponer y casi imposible de cuanti car su valor, pero con la ayuda de Google Earth para medir área, procuraré hacer un ejercicio matemático para darle una idea a mis lectores. La urbanización “Ciudad Mallorquín” se desarrolla en un área de aproximadamente 230 hectáreas que estaba totalmente cubierta por una frondosa capa arbórea que impedía ver el suelo desde el aire, por lo que los árboles nativos sanos y adultos podrían estar separados por espacios de 2.5 metros, así que en cada hectárea existían aproximadamente 1.600 árboles, y en toda la urbanización unos 368.000. Un árbol adulto cumpliendo una función depuradora irremplazable en perímetro urbano, no cuesta menos de $2.000.000, así que lo que allí había y que Argos destruiría, pensando solo en su bene cio económico, tendría un valor de aproximadamente $736.000 millones. Aunque hay un área aún no devastada. Muchísimo más que eso le costaría a Barranquilla construir ese ecosistema. Y lo ha perdido sin que las llamadas a ser las verdaderas Fuerzas Vivas de la ciudad, hasta ahora, hayan dicho ni pío.
Barranquilla ha perdido un bosque seco tropical, aunque haya perdido un litigio con Puerto Colombia, era un escudo natural imposible de reponer”.