Compromiso sacerdotal se renovó en la Misa Crismal
Con un aforo en su máxima capacidad, la Catedral Metropolitana fue testigo de la célebre eucaristía con la presencia de todos los sacerdotes del Atlántico.
Como un verdadero acto de comunión y devoción, 200 sacerdotes provenientes de diversos municipios del departamento del Atlántico se congregaron este lunes festivo en la Catedral Metropolitana María Reina para la Misa Crismal, una ceremonia de profundo significado en el calendario litúrgico católico.
El templo volvió a ser epicentro de esta ceremonia trascendental, que reunió a la mayoría de los líderes religiosos que conforman el presbiterio diocesano.
Desde tempranas horas de la mañana, la Catedral se impregnó de una atmósfera de solemnidad y espiritualidad, mientras los sacerdotes se preparaban para consagrar el santo crisma y bendecir los santos óleos, símbolos sagrados que representan la esencia misma de la fe católica.
La Misa Crismal, reconocida como una de las eucaristías más significativas para la Iglesia Católica, atrajo a una multitud de fieles que se congregaron para ser testigos de este momento sagrado y para unirse en oración con los dignatarios eclesiásticos.
La ceremonia estaba pactada para las 10:00 a. m.; sin embargo, un gran número de feligreses decidió llegar antes de la hora estipulada para poder tener un espacio en el templo.
El fervor de la comunidad superó la capacidad del templo, y a pesar de que los asientos estaban ocupados, muchos optaron por permanecer de pie, decididos a no perderse ni un instante de la eucaristía.
Fue el caso de Olga Ávila, quien llegó desde las 8:30 para vivir lo que ella considera la misa ideal para iniciar una semana de la mano de Jesucristo.
“Para mí siempre ha sido muy importante asistir porque ellos se comprometen una vez más con el Señor así como deberíamos hacerlo nosotros, el hecho de vivir para agradarlo y cooperar con un granito de arena para una sociedad mejor”.
Con paso sereno y semblante reverente, los párrocos encabezaron una majestuosa procesión de entrada, acompañados por Monseñor Pablo Salas Anteliz, arzobispo de Barranquilla, quien presidiría la ceremonia.
Un compromiso sacerdotal
Entre cantos litúrgicos, la comunidad católica del Atlántico se unió en una muestra de fe y unidad renovando su compromiso con los valores del catolicismo.
Con voz firme, pero llena de compasión, el Arzobispo Pablo Salas Anteliz dirigió un mensaje de esperanza y reflexión a los presentes, reconociendo los desafíos que enfrenta tanto la iglesia como la sociedad en tiempos difíciles. Recordó a los presentes su papel como pastores al servicio del Señor y de su rebaño.
“El Señor ha sabido encontrarnos para unirnos de una manera extraordinaria a él, para que nos queramos de una manera excepcional con él, ungidos por él, su mano está sobre nosotros. Vivamos esta ceremonia con el gozo de sentirnos amados por Cristo”.
También presidió la consagración del santo crisma, un óleo sagrado que es utilizado para ungir a los nuevos bautizados, así como para bendecir a aquellos que enfrentan la enfermedad. A su vez se bendijeron los santos óleos.