PARA EL DESCANSO
La revisión de los titulares de prensa, o de cualquier otro medio de comunicación, se ha convertido en una seguidilla de sobresaltos. Quizá sea porque en estos tiempos todo se actualiza permanentemente, o porque la dependencia del clic induce la redacción de frases cada vez más inquietantes; lo cierto es que resulta agotador estar al día. Es por eso que encuentro tan valiosas estas jornadas de descanso, porque hay una excusa para no enterarse y darse un respiro leyendo sobre cualquier otra cosa que no sea la manida actualidad.
Así que hoy les escribo sobre un explorador, escritor, coleccionista de arte y empresario noruego —con andares de filósofo—, que desde el 2007 ha publicado tres breves libros tan edificantes como inspiradores: Erling Kagge.
El tipo tiene su mérito. Fue la primera persona en la historia que completó el denominado “reto de los tres polos”, es decir, que llegó a pie al polo norte, al polo sur y a la cima del monte Everest. Con un detalle adicional: las expediciones polares las hizo sin asistencia tecnológica y una de ellas, la del polo sur, la hizo en solitario y sin tan siquiera un radio para comunicarse. Ya solo por eso sería un personaje digno de conocer.
Tras esas duras excursiones decidió escribir sobre sus experiencias, no como su famoso compatriota Thor Heyerdahl en su superventas Kon-tiki, sino con una aproximación más reflexiva. Sus libros, Filosofía para exploradores polares, Silencio y Caminar, son concisos homenajes a las virtudes del esfuerzo, de la soledad y la introspección, y constituyen una invitación a moderar el paso para aprovechar nuestro efímero momento. Recomiendo su lectura, especialmente la de los dos últimos, que acompañados con interesantes fotografías, pueden ayudarnos a navegar los cacofónicos tiempos en los que nos ha tocado vivir. Sin duda, algo interesante tendrá que decir quien voluntariamente ha caminado hasta los lugares más remotos de la tierra, enfrentado a enormes dificultades, carencias, peligros mortales y climas extremos. No hay mejor manera de comprender el tono de esos libros que leyendo este pasaje de Caminar: “Cuando camino libero mis pensamientos. La sangre circula con normalidad y, si elijo pasos rápidos, el cuerpo absorbe una dosis extra de oxígeno. La cabeza se despeja. Cuando estoy sentado y el teléfono suena, prefiero ponerme de pie y caminar mientras hablo. Tras unos pocos pasos, la memoria, la concentración y mi humor mejoran”. No se equivocaba Hipócrates, hace milenios, al afirmar que ningún remedio es mejor que poner un pie delante del otro. Leer a Erling Kagge puede animarnos a continuar ese camino.
La mejor manera de comprender el tono de esos libros que leyendo este pasaje de Caminar: “Cuando camino libero mis pensamientos”.