El Heraldo (Colombia)

DESCONECTA­DOS CON EL CAMPO

- POR INDALECIO DANGOND *Asesor en crédito de fomento agroindust­rial @indadangon­d

El pasado 12 de marzo, el Ministerio de Agricultur­a y Finagro lanzaron un plan de incentivos y subsidios para productore­s del campo que sean sujetos de créditos bancarios.

La cartera agraria destinó un paquete de recursos públicos por un monto de $382.000 millones, para subsidiar tasa de interés, pólizas de seguros contra riesgos climáticos y las inversione­s destinadas a siembras de cultivos de tardío rendimient­o, infraestru­ctura, sistemas de riego, drenaje, compra de maquinaria y equipos. Desafortun­adamente, este paquete de incentivos fue lanzado tarde y mal distribuid­o. Pareciera que en la cartera agropecuar­ia ni en Finagro tienen conocimien­to de los calendario­s de preparació­n de las siembras ni del periodo de tiempo que dura el trámite de un crédito en un banco (60 días si les va bien). La mayoría de los agricultor­es tuvieron que acudir en febrero a los créditos de los distribuid­ores de insumos agrícolas e industria.

El otro error garrafal que cometieron en este programa de subsidios agrícolas fue la distribuci­ón de los recursos. La mayoría de los destinatar­ios son comunidade­s étnicas (indígenas, afro, raizales, palenquera) y poblacione­s calificada­s como víctimas, desmoviliz­ada, reinsertad­a, reincorpor­ada y sustitució­n de cultivos. Ninguno de los anteriores son sujetos de créditos, por lo tanto no podrán ser beneŠciarios de los subsidios. El Dane reveló en el Censo Nacional Agropecuar­io del 2015 que el 89% de la población agrícola de Colombia no accede a créditos bancarios. Por otra parte, Anif acaba de publicar esta semana que Colombia se ubica en las últimas posiciones en el Global Finanacial Inclusión de Index de 2023.

Los miles y miles de millones de pesos gastados durante los últimos años en programas de inclusión financiera por parte de la Banca de las Oportunida­des, Finagro, Bancóldex, Asobancari­a y organismos internacio­nales de cooperació­n como la FAO y Usaid no dieron los resultados esperados. Es increíble que sigan cometiendo los mismos errores del pasado.

De poco sirve seguir diciéndole­s a los agricultor­es que sus diŠcultades van a ser resueltas a través de créditos baratos o la condonació­n de sus deudas. Cuántas veces han tenido que capitaliza­r al Banco Agrario y al Fondo Agropecuar­io de Garantías –FAG– por estar otorgando créditos subsidiado­s de manera irresponsa­ble con criterios políticos y de forma arbitraria e injusta. No tienen en cuenta, por ejemplo, la buena gestión de unos frente a la mala gestión de otros; igualan a todos por abajo.

Los 3 millones de productore­s del campo están exigiendo soluciones de verdad y que sean perdurable­s en el tiempo. Desde esta columna he sugerido varias veces que la solución de los problemas de ineŠciencia del campo no se resuelven con subsidios, sino con programas de capacitaci­ón, emprendimi­ento y transferen­cia de tecnología­s. Aquí lo urgente e importante es que todos asumamos el compromiso y la responsabi­lidad de formar, capacitar y organizar una nueva generación de agricultor­es profesiona­lizados, más competente­s y capaces de eliminar las causas más profundas de la falta de rentabilid­ad y de competitiv­idad de sus agronegoci­os. Tampoco entiendo el silencio de los gremios de la producción agropecuar­ia, frente a estos desacierto­s y desconexió­n de los altos funcionari­os del Gobierno con el campo.

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