REFLEXIÓN DE SEMANA SANTA
En estos días fue noticia que Colombia ya no guraba entre el top de países más felices del mundo. Debo decir que no me sorprendió. En esta época de redes sociales y estándares inalcanzables a los que nos sometemos es muy diícil que como sociedad no seamos presa de la ansiedad y la tristeza. No es en vano que los especialistas hagan tanto énfasis en la relación entre las redes sociales y la depresión. Cuando estamos todo el día viendo la
“vida perfecta” del otro, podemos creer que existe tal cosa, o peor aún, que está a nuestro alcance porque lo estamos viendo todo el día en el Instagram, Tiktok o Facebook de alguien más. Es como Disney, que nos vendió la idea de que el anhelo más grande de una niña era ser princesa, con un príncipe en el castillo y el “vivieron felices para siempre”. El problema de estas fantasías, tanto en las redes o como en los cuentos de hadas, es que son precisamente pura cción.
Por ejemplo, el caso de Kate Middleton, princesa de Gales. Coneso que nunca he sido muy seguidor de la farándula ni de la realeza, pero vi tanto revuelo en las redes al respecto que era imposible no enterarse. Y pensé que ella seguramente también tuvo un sueño y lo consiguió: se enamoró de un futuro rey y pensó que su vida iba a ser como de cuento de hadas. Pero cuando llevaba meses por fuera del radar, sometida a todo tipo de especulaciones, queda claro que lo que consiguió más allá de un castillo fue una jaula de oro.
Por eso dice el refrán que todo lo que brilla no es oro. Kate Middleton puede ser la próxima reina de Inglaterra, pero a qué costo. Imaginémonos ese precio tan alto de pagar, ser tan asediado y cuestionado que tienes que dejar tu última onza de privacidad para salir en medio de la angustia a revelar públicamente una noticia tan devastadora y personal. Y sí, muchos de nosotros nunca estaremos cerca de usar corona ni de vivir en castillos, pero sí a veces creemos que la felicidad está en una vida como la que vemos en una pantalla e incluso estamos dispuestos a sacricar mucho por esas aspiraciones, olvidando que las imágenes solo capturan instantes y que hay mucho más que desconocemos detrás de cada una.
Usemos esta época de re§exión de la Semana Santa y a Kate Middleton como ejemplo de que no hay valor más grande que poder ser nosotros mismos. No idealicemos las fantasías ni los cuentos de hadas, ni demos por sentado el valor de nuestra privacidad. Protejamos nuestra mente y corazón de las presiones y de los estándares imposibles; agradezcamos quienes somos, con nuestras virtudes y defectos, pero absolutamente únicos. Seguro que ahí encontraremos no solo instantes de felicidad, sino plenitud absoluta.
Usemos esta época de re exión de la Semana Santa y a Kate Middleton como ejemplo de que no hay valor más grande que poder ser nosotros mismos”.