El Heraldo (Colombia)

REFLEXIÓN DE SEMANA SANTA

- POR MIGUEL VERGARA

En estos días fue noticia que Colombia ya no Šguraba entre el top de países más felices del mundo. Debo decir que no me sorprendió. En esta época de redes sociales y estándares inalcanzab­les a los que nos sometemos es muy diŸícil que como sociedad no seamos presa de la ansiedad y la tristeza. No es en vano que los especialis­tas hagan tanto énfasis en la relación entre las redes sociales y la depresión. Cuando estamos todo el día viendo la

“vida perfecta” del otro, podemos creer que existe tal cosa, o peor aún, que está a nuestro alcance porque lo estamos viendo todo el día en el Instagram, Tiktok o Facebook de alguien más. Es como Disney, que nos vendió la idea de que el anhelo más grande de una niña era ser princesa, con un príncipe en el castillo y el “vivieron felices para siempre”. El problema de estas fantasías, tanto en las redes o como en los cuentos de hadas, es que son precisamen­te pura Šcción.

Por ejemplo, el caso de Kate Middleton, princesa de Gales. ConŠeso que nunca he sido muy seguidor de la farándula ni de la realeza, pero vi tanto revuelo en las redes al respecto que era imposible no enterarse. Y pensé que ella segurament­e también tuvo un sueño y lo consiguió: se enamoró de un futuro rey y pensó que su vida iba a ser como de cuento de hadas. Pero cuando llevaba meses por fuera del radar, sometida a todo tipo de especulaci­ones, queda claro que lo que consiguió más allá de un castillo fue una jaula de oro.

Por eso dice el refrán que todo lo que brilla no es oro. Kate Middleton puede ser la próxima reina de Inglaterra, pero a qué costo. Imaginémon­os ese precio tan alto de pagar, ser tan asediado y cuestionad­o que tienes que dejar tu última onza de privacidad para salir en medio de la angustia a revelar públicamen­te una noticia tan devastador­a y personal. Y sí, muchos de nosotros nunca estaremos cerca de usar corona ni de vivir en castillos, pero sí a veces creemos que la felicidad está en una vida como la que vemos en una pantalla e incluso estamos dispuestos a sacriŠcar mucho por esas aspiracion­es, olvidando que las imágenes solo capturan instantes y que hay mucho más que desconocem­os detrás de cada una.

Usemos esta época de re§exión de la Semana Santa y a Kate Middleton como ejemplo de que no hay valor más grande que poder ser nosotros mismos. No idealicemo­s las fantasías ni los cuentos de hadas, ni demos por sentado el valor de nuestra privacidad. Protejamos nuestra mente y corazón de las presiones y de los estándares imposibles; agradezcam­os quienes somos, con nuestras virtudes y defectos, pero absolutame­nte únicos. Seguro que ahí encontrare­mos no solo instantes de felicidad, sino plenitud absoluta.

Usemos esta época de re exión de la Semana Santa y a Kate Middleton como ejemplo de que no hay valor más grande que poder ser nosotros mismos”.

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