EL EJEMPLO DE JÜRGEN KLOPP
El pasado domingo Jürgen Klopp dirigió su último partido desde el banquillo del Liverpool. El mundo del fútbol ha considerado su partida como una triste noticia, dado que, al menos por un tiempo, los aficionados se perderán de una de las presencias más notables del juego, un entrenador alegre, con garra, entrega y convicción; un líder que sacó del marasmo al equipo scouser y que se ganó a pulso su puesto en el salón de los grandes. Nueve trofeos: una Premier League, una Champions League, una FA Cup, dos Copas de la Liga, un Community Shield, una Supercopa de la UEFA y una Copa Mundial de Clubes redondean un mandato memorable.
Sin embargo, su legado va más allá de los títulos. Klopp fue un modelo a seguir. Su e caz estilo de liderazgo deja varias señales, importantes para la esfera del deporte, pero fácilmente extrapolables para cualquier otro ámbito de la vida cotidiana. Vale la pena revisar algunas de ellas.
Uno de los rasgos más signi cativos del entrenador alemán es su autenticidad. Klopp dice lo que siente, sin rodeos ni excusas. En una ocasión, al principio de su carrera con el Liverpool, los a cionados estaban abandonando las tribunas cuando todavía faltaban quince minutos para concluir un partido que estaban empatando y que terminó con una derrota. En la rueda de prensa expresó su malestar: «Me sentí solo en esos momentos», dijo, y les pidió que con aran en el equipo, que los necesitaba. Al siguiente juego, nadie se movió del estadio hasta el pitazo nal.
Sabía escuchar. Es conocida la circunstancia que llevó a la contratación de Mo Salah, una de las estrellas más grandes del club. Pese a que Klopp pensaba vincular en aquel momento a Julián Brandt, un goleador alemán, pre rió escuchar a sus analistas de datos, y, tras algunos momentos de duda, terminó aceptando al astro egipcio, con los resultados que ya conocemos. No se impuso, evitó las posturas arrogantes y se dejó aconsejar. Tampoco temía ser transparente y mostrar su vulnerabilidad. Asumió sus derrotas, que no fueron pocas, con la misma entereza que disfrutó sus victorias. De hecho, la principal razón que ofreció para irse anticipadamente del club fue precisamente una inusual confesión de cansancio, a rmando que estaba «perdiendo energía». En las posiciones de liderazgo, tan llenas de ególatras, un gesto así, humilde y honesto, termina siendo ejemplar.
Autenticidad, capacidad para escuchar, y una transparencia que no evadía su condición vulnerable –es decir, su condición humana–, son atributos imprescindibles que encumbraron a Jürgen Klopp como uno de los mejores en su o cio. Un ejemplo que cualquier líder sensato debe encontrar valioso y replicable.
Autenticidad, capacidad para escuchar, y una transparencia que no evadía su condición vulnerable es decir, su condición humana”.
moreno.slagter@yahoo.com