El Heraldo (Colombia)

EL EJEMPLO DE JÜRGEN KLOPP

- POR MANUEL MORENO SLAGTER

El pasado domingo Jürgen Klopp dirigió su último partido desde el banquillo del Liverpool. El mundo del fútbol ha considerad­o su partida como una triste noticia, dado que, al menos por un tiempo, los aficionado­s se perderán de una de las presencias más notables del juego, un entrenador alegre, con garra, entrega y convicción; un líder que sacó del marasmo al equipo scouser y que se ganó a pulso su puesto en el salón de los grandes. Nueve trofeos: una Premier League, una Champions League, una FA Cup, dos Copas de la Liga, un Community Shield, una Supercopa de la UEFA y una Copa Mundial de Clubes redondean un mandato memorable.

Sin embargo, su legado va más allá de los títulos. Klopp fue un modelo a seguir. Su e caz estilo de liderazgo deja varias señales, importante­s para la esfera del deporte, pero fácilmente extrapolab­les para cualquier otro ámbito de la vida cotidiana. Vale la pena revisar algunas de ellas.

Uno de los rasgos más signi cativos del entrenador alemán es su autenticid­ad. Klopp dice lo que siente, sin rodeos ni excusas. En una ocasión, al principio de su carrera con el Liverpool, los a cionados estaban abandonand­o las tribunas cuando todavía faltaban quince minutos para concluir un partido que estaban empatando y que terminó con una derrota. En la rueda de prensa expresó su malestar: «Me sentí solo en esos momentos», dijo, y les pidió que con aran en el equipo, que los necesitaba. Al siguiente juego, nadie se movió del estadio hasta el pitazo nal.

Sabía escuchar. Es conocida la circunstan­cia que llevó a la contrataci­ón de Mo Salah, una de las estrellas más grandes del club. Pese a que Klopp pensaba vincular en aquel momento a Julián Brandt, un goleador alemán, pre rió escuchar a sus analistas de datos, y, tras algunos momentos de duda, terminó aceptando al astro egipcio, con los resultados que ya conocemos. No se impuso, evitó las posturas arrogantes y se dejó aconsejar. Tampoco temía ser transparen­te y mostrar su vulnerabil­idad. Asumió sus derrotas, que no fueron pocas, con la misma entereza que disfrutó sus victorias. De hecho, la principal razón que ofreció para irse anticipada­mente del club fue precisamen­te una inusual confesión de cansancio, a rmando que estaba «perdiendo energía». En las posiciones de liderazgo, tan llenas de ególatras, un gesto así, humilde y honesto, termina siendo ejemplar.

Autenticid­ad, capacidad para escuchar, y una transparen­cia que no evadía su condición vulnerable –es decir, su condición humana–, son atributos imprescind­ibles que encumbraro­n a Jürgen Klopp como uno de los mejores en su o cio. Un ejemplo que cualquier líder sensato debe encontrar valioso y replicable.

Autenticid­ad, capacidad para escuchar, y una transparen­cia que no evadía su condición vulnerable es decir, su condición humana”.

moreno.slagter@yahoo.com

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