Respiración ovárica, alquimia femenina
Un sistema terapéutico basado en la respiración, la meditación y el movimiento recorre el mundo y transforma la vida de cientos de personas. Hija y madre, creadora y cocreadora, dos colombianas de mentalidad universal.
Ser la única mujer entre 200 hombres célibes es una forma contundente de empezar un camino espiritual. Si, además, los días y las noches transcurren sin cruzar palabra con alguno de ellos, en un centro crematorio al que la India entera lleva sus muertos para despedirlos, no cabe duda de que esta mujer ha asumido un desafío monumental.
Con la vitalidad de sus 25 años de edad, Sajeeva Hurtado decidió embarcarse en esta aventura en torno a la muerte en la ciudad sagrada de Varanasi, donde aprendió a meditar al lado de estos ascetas. Diez años más tarde, y con otras experiencias profundas en su bitácora de vida, esta colombiana es hoy una reconocida terapeuta que recorre el mundo enseñándoles a cientos de personas a reconectarse con la
vida y con su verdad interior. Ella y su mamá, la también terapeuta Marcela Carreño, iniciaron un camino de autoconocimiento hace años en los Andes chilenos, a donde viajaron para aprender a respirar. Desde esas primeras inhalaciones meditativas, no han parado de recorrer juntas, o por separado, las montañas sagradas y los lugares de iluminación del planeta en busca de respuestas para ellas mismas y para los demás.
Sajeeva fue durante muchos años una célebre bailarina de danza árabe. Alternaba sus exitosas giras internacionales de danza con periodos de retiro en sitios apartados en los que se internaba para meditar. Su búsqueda la llevó a estudiar medicina china, patologías femeninas y psicología Gestalt.
Marcela, por su parte, es una terapeuta holística que ha trabajado durante décadas en la sanación de mujeres. Después de haber pasado años dirigiendo su exitosa cadena de spas, un día sintió que el trabajo del cuerpo físico no era lo que buscaba y quiso reinventarse. En ese retiro en las montañas del sur del continente, algo muy profundo cambió dentro de ella: a pesar de tener una vida exitosa, con un negocio próspero, un matrimonio estable y comodidades materiales, Marcela supo que necesitaba encontrar su verdadero destino. Y lo dejó todo por esa búsqueda.
En ese recorrido han estado en Nepal, India, Egipto, Tailandia, China, Chile, Bali, Vietnam y muchos otros lugares de culturas ancestrales. Y así, en una llave increíblemente creativa conformada por madre e hija, a partir de la danza de Sajeeva, la meditación de ambas, el masaje terapéutico de Marcela y, sobre todo, a partir de la respiración consciente, nació
"El oxígeno es lo más parecido a Dios, por eso la respiración es un pilar de nuestro sistema terapéutico".
el “Sistema de respiración ovárica, alquimia femenina”. Sajeera lo diseñó y su madre lo complementó.
OXÍGENO DIVINO
“¿Qué es lo primero que necesitamos para vivir? El aire. El oxígeno es lo más parecido a Dios, por eso la respiración es uno de los pilares de nuestro sistema terapéutico. A través de las meditaciones, la danza o los masajes entramos en un estado de conciencia que nos permite utilizar la respiración para acceder al inconsciente; para entrar en esas improntas, cicatrices o memorias que tiene el cuerpo, y a través del oxígeno, podemos desintoxicar y limpiar todas esas toxinas físicas y emocionales. En otras palabras, ayudamos a que la persona abra el espacio para que su cuerpo pueda recibir otra información”, explica Sajeeva, quien vive en Tulum, México, pero que pasa la mitad del tiempo viajando por el mundo. Marcela complementa que el sistema obra en todos los niveles: físico, mental, emocional y espiritual. “Lo más bonito que tiene la respiración ovárica, alquimia femenina, es que no tiene una doctrina, un maestro, ni una fórmula para todos; no es que nosotras enseñemos nada, simplemente hay unas herramientas que sirven para que te conectes contigo mismo, te empoderes y te liberes de viejos paradigmas. Aquí cada persona encuentra dentro de sí misma las respuestas que está buscando”.
OVÁRICA, ALQUÍMICA Y FEMENINA
Este sistema de sanación basado en la respiración tiene cientos de seguidores, hombres y mujeres, pues la alusión a los ovarios tiene que ver con el origen de la vida en general y no solo en el sentido literal de ser la semilla de un ser humano.
“Hablamos de alquimia femenina porque buscamos, a través
de la respiración, la transformación interior. Esto solo es posible a través del amor a nosotros mismos; la energía femenina es nutritiva, es protectora y por eso se llama así. Pero en nuestros talleres también recibimos hombres. De hecho, hace poco hice un taller con 20 superejecutivos, muy enfocados en la energía solar, masculina, que es la de la acción. Al final del encuentro estaban muy emocionados porque en ese espacio se dieron ‘permiso’ para ser receptivos, para volver a sentir, para ser femeninos”, explica Sajeeva.
Ambas terapeutas son conscientes de que la humanidad necesita este tipo de enfoque: el mundo necesita amor, armonía, aceptación porque el ser humano está explotando la tierra sin descanso en un desenfreno de actividad solar, es decir, de energía masculina. Por eso consideran que su trabajo no se limita al individuo sino que llega al colectivo.
Ellas explican que los seres humanos tenemos unas memorias muy fuertes de desmerecimiento, porque la gran mayoría lo primero que recibimos cuando somos concebidos es un “no”. No haber sido deseados deja en las personas un trauma fuerte de falta de amor. Por eso, lo primero que se trabaja en los talleres es el amor propio, la liberación de la culpa sobre los padres y la conciencia de que somos hijos de la divinidad (o de Dios, si se prefiere), que aún si nuestros padres no nos engendraron con conciencia, la conciencia universal nos quiso aquí y eso debe bastar para sentir amor propio.
La sexualidad sagrada cumple otro rol importante en los talleres tanto para mujeres como para hombres o parejas. En la actualidad todo es dual, todo es separación. Esas son las bases para una sexualidad mecanizada, genitalizada, desconectada del amor. “En la cultura tántrica antigua –no en la que venden hoy día en Occidente con una versión distorsionada– se habla del sexo como un acto de destrucción, porque el sexo es la unidad, es decir, cuando dos se vuelven uno. Entonces, para meditar en la muerte hay que meditar en esa unión sagrada”, explica Sajeeva.
Y así como en casi todos los seres humanos hay que trabajar los traumas de desmerecimiento, en el mundo actual también hay que trabajar la desacralización del sexo, pero también la culpa frente al placer y la desconexión de la mente y el espíritu con el cuerpo. Por eso en los talleres se le da un papel central a restablecer la sexualidad como experiencia sagrada, amorosa y gozosa.
"Hablamos de alquimia femenina porque buscamos, a través de la respiración, la transformación interior".
CICLO RENACIMIENTO
En un retiro de respiración ovárica alquimia femenina, los participantes hacen una verdadera peregrinación hacia su interior. En la primera parte, gracias a unas meditaciones guiadas, que pueden ser dentro o fuera del agua, se llega a un estado propicio para generar todos los cambios.
Dependiendo del taller, puede haber danza, movimiento o masaje terapéutico en complemento con la respiración. Este proceso va encaminado a hacer a la persona consciente de las memorias, heridas, cicatrices de su cuerpo físico, mental y emocional.
Después de que esto ha emergido del subconsciente, hay que “dejar morir” a ese antiguo yo y a todas esas programaciones para dar paso a nuevos ciclos creativos. En esta muerte, Sajeeva ha integrado los principios del tantra sagrado que aprendió junto a los sadhus del crematorio hindú. La aceptación de que la muerte forma parte de la vida y de que para poder nacer a un nuevo yo, hay que dejar morir al antiguo.
Así, hay un vacío propicio para sembrar nuevos proyectos. Pero para llenar ese nuevo vacío con pautas renovadas y no con los mismos paradigmas de siempre, hay que meditar en el amor propio principalmente. Elegir la vida consciente y alegremente, celebrar la belleza propia y la del mundo exterior.
“Una vez que has pasado por todo este proceso, hay un despertar de conciencia en todo tu ser, en todas tus células. Tu cuerpo te responde y entonces ya no puedes ser incoherente”, concluye Marcela.