Leonardo ECHEVERRY
23 años, estudiante de música de la Universidad Javeriana
en noviembre del año pasado me acepté como bisexual, después de terminar cinco años de relación con una chica en la que estuve muy encasillado y enjaulado. En ese proceso de autoconocimiento, de acordarme de quién soy, acepté mis pensamientos y sentimientos. Si bien siempre he tenido novias también he tenido un gusto, más sexual que romántico, por personas de mi mismo género. Cuando tuve espacio para pensar en mí y aceptar pensamientos que he negado, se dio un gran momento de libertad conmigo mismo, un respiro frente al mundo.
”A la primera persona que le dije fue a mi hermana. Antes yo no lo aceptaba porque me daba miedo. Era más difícil hacerlo a más temprana edad porque estaba en un círculo social un poco más cerrado, y tenía miedo frente a mi familia, no la nuclear, la materna, que es muy religiosa. Más allá de que me vieran como bisexual, se trataba de que me reconocieran como un ser sexual porque soy el más pequeño de todos.
”Toda mi vida me he dado duro por mis pensamientos románticos y sexuales, me he limitado mucho. Ahora es más fácil por el círculo en el que me muevo, porque la edad da más libertades y pienso que la validación del ser no requiere de la aprobación de alguien más. Pero también he sentido incredulidad de los demás, como si estuviera bajo sospecha y me correspondiera confirmarles una afirmación que es mía. Es un encasillamiento curioso. Una vez le confesé a una compañera que era bisexual y me respondió: 'Sabía que había algo raro en ti, eres demasiado amable para ser completamente heterosexual'. Es como si la gente cuestionara que soy pelirrojo; entonces, como estoy indeciso, toman la decisión por mí. Si estoy con una mujer, soy heterosexual, y si estoy con un hombre, soy gay. En un futuro utópico, en el que uno pueda amar al que quiera, no veo la necesidad de etiquetas. La bisexualidad es una manera de saber que puedo amar, desde este concepto, a cualquier persona.