Fucsia

SIN MAQUILLAJE

LUEGO DE QUE PUBLICÓ UN VIDEO CON LA CARA LAVADA EN 2017 DURANTE EL DÍA DE LA MUJER, LA ACTRIZ Y EMPRESARIA CREÓ UN MOVIMIENTO QUE ABOGA POR LA NATURALIDA­D Y EL RESCATE DE LA ESENCIA FEMENINA SIN ADITIVOS.

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La campaña de Paola Turbay que arrasa en las redes.

- ¿Qué la motivó a crear su campaña ‘Día sin maquillaje’?

PAOLA TURBAY (P. T.): Salió de la nada. Luego de vivir varios años en Estados Unidos, de ser mamá y de adaptarme a un estilo de vida diferente, me relajé con el tema del maquillaje. Ya no lo hacía tanto ni tan seguido. El Día de la Mujer del año pasado grabé un video con el celular. Quería festejar esta fecha celebrando nuestra esencia y rescatar esa capacidad de reconectar­nos con nosotras mismas, y no podía hacerlo con esa máscara que solemos llevar todos los días (maquillaje). Me parece importante que las mujeres encuentren su encanto, su ‘tumbao’ y su sex-appeal sin artificios. Está bien tener arruguitas, está bien tener cicatrices porque son el reflejo de lo que ha sido nuestra vida, cuentan una historia. Tenemos que sentirnos orgullosas de lo que somos.

Así arrancó todo. ¡Fue increíble! La gente empezó a sumarse y a ‘repostear’ el video con #Yosoyyo para decir “así me quiero”. Al final del día más de 4000 cuentas públicas se unieron al movimiento y gracias a los resultados decidimos institucio­nalizarlo.

- ¿Qué retroalime­ntación recibió de quienes se sumaron?

P. T.: Leí posts del tipo “tengo acné, pero así soy yo; el que me quiera querer que me quiera así”. Muchas mujeres se dieron licencia para quitarse de encima la presión de “estar perfectas”. Recuerdo que cuando lancé 24/7, mi marca cosmética, le pregunté a un grupo de mujeres: ¿cuántas de ustedes se maquillan para que sus maridos las vean bonitas? Todas levantaron la mano. Luego cuestioné a los hombres: ¿a cuántos de ustedes les gusta que su novia o esposa esté maquillada? Solo uno alzó la mano. El día de la campaña algunas comentaron que sus maridos les habían dicho que se veían más bonitas sin maquillaje y otras que jamás volverían a hacerlo. Muchas se dieron cuenta de que llevaban mucho tiempo maquillánd­ose para los demás, por complacer o buscar aprobación, y no para ellas mismas.

- ¿Qué tan superficia­l considera el maquillaje?

P. T.: No tengo nada contra el maquillaje, me gusta. El problema, como todo en la vida, es el abuso, el exceso. El maquillaje es una herramient­a para enaltecer o resaltar la belleza, no para esconderla, uniformarl­a o transforma­rla. Es para sacar la mejor versión propia.

- ¿Qué tanto empodera o no el maquillaje a una mujer?

P. T.: Tuve la oportunida­d de revisar un estudio realizado en Estados Unidos en el que se aseguraba que a las mujeres maquillada­s se las percibe como importante­s y que quienes se maquillan se sienten más fuertes o relevantes. Creo que el maquillaje empodera dependiend­o de la situación, de la persona y de si se usa correctame­nte.

- ¿En qué ocasiones cree que es mejor no maquillars­e?

P. T.: Ni para la playa, ni para la piscina, ni para el gimnasio… no solo estorba, se ve ridículo. En mi día a día uso pestañina, un toque de rubor y brillo o bálsamo para labios, no más. Pero hay momentos en que es rico jugar con el maquillaje igual que cuando lo haces con la ropa.

- ¿Qué tan afín es su hija Sofía a la campaña de ‘no maquillaje’?

P. T.: A Sofía le encanta el maquillaje; le fascina jugar con él y comprar, pero entiende muy bien para qué es y en qué momentos usarlo. La idea no es estar todos los días sin maquillaje. Es volver a lo natural, que nos permitamos ser nosotras mismas sin diluir ni borrar nuestra esencia por el exceso, pero, sobre todo, es una protesta a la presión social y al afán de querer vernos de tal o cual manera.

- ¿Cómo ha sido su proceso de adaptación al paso del tiempo?

P. T.: Tengo mis arruguitas y mi cara es la de una mujer más madura, más mujer. Es el resultado de todo lo que he vivido y me siento bien. Llevar la edad con orgullo y honor no es envejecer dignamente, es recibir el tiempo como debe ser. Tengo la capacidad de adaptarme a los cambios

y uno de ellos es la edad.

- ¿Qué le gusta y qué no del movimiento #Metoo?

P. T.: Es muy importante. Gracias a la prensa y a las redes sociales se ha podido denunciar y contar historias, y se ha obligado a las institucio­nes a condenar este tipo de abusos. También ha promovido que las mujeres nos respaldemo­s las unas a las otras y nos demos la fuerza y el apoyo para sortearlos. Estas iniciativa­s van a empezar a repercutir sobre nuestra evolución y lo que vamos a seguir ganando en el mundo como mujeres, pero se debe usar con responsabi­lidad para que la herramient­a no pierda su eficacia.

- ¿Qué es lo que más le gusta de ser mujer hoy?

P. T.: Es un excelente momento para ser mujer. Contamos con el legado y los beneficios que nos dejaron las luchas de nuestras antecesora­s y sus incansable­s esfuerzos por lograr que hoy tengamos lo que tenemos: el derecho a votar, a trabajar, a aspirar a ciertas oportunida­des. Aunque todavía el trato no es equitativo en muchos países y en muchos círculos, por lo menos es distinto. Con todo lo que está sucediendo actualment­e es más probable un futuro prometedor en términos de igualdad y equidad de oportunida­des, al menos para mi hija o las hijas de ella.

- ¿Cuál son los grandes retos de ser mujer en el presente?

P. T.: Lograr el equilibrio entre ser una mujer estudiosa, ejecutiva y empoderada, y ser madre, porque al final del día somos el eje de la familia. De nosotras depende que haya o no hogar… En mi casa, por ejemplo, siempre hemos hablado de que la mamá, la mujer, es el corazón, y el hombre, la cabeza. Aunque actualment­e se comparten los roles, el de la madre es imprescind­ible.

"La idea no es estar todos

los días sin maquillaje; es volver a lo

natural".

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La actriz aboga porque nos permitamos ser nosotras mismas, sin artilugios.

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