Fucsia

Gigliola Aycardi PROFESIONA­LIZÓ EL EJERCICIO

HACE 21 AÑOS FUNDÓ, JUNTO CON NICOLÁS LOAIZA, UN CENTRO MÉDICO DEPORTIVO LLAMADO BODYTECH, EN EL QUE LA INDUSTRIA DEL FITNESS ENCONTRÓ SU TEMPLO. EL RESTO ES HISTORIA.

- POR lorena MACHADO Fiorillo

A CUALQUIER colombiano, haga ejercicio o no, la primera referencia que se le viene a la cabeza cuando le preguntan por un gimnasio es Bodytech, una marca que lleva en el país desde 1997 y que nació en la clase de marketing de la maestría en Administra­ción de la Universida­d de los Andes, en la que Nicolás Loaiza y Gigliola Aycardi se conocieron y se asociaron. “Nicolás es un amigo entrañable, por quien siento una profunda admiración. Su pasión por el negocio del

fitness y por el ejercicio es inspirador­a. Es un hombre soñador y con mucha fuerza para sacar adelante todos los proyectos que se propone. Como nos dijo alguien una vez, él es el soñador y yo soy el polo a tierra”, confiesa Aycardi, una ocañera que se siente un usuario promedio a la hora de hacer ejercicio, pues el motivador principal para ella ha sido el peso.

En su época de estudiante­s, Nicolás y Gigliola propusiero­n una materia electiva que se llamaba salud y deporte y consistía en jornadas de ejercicio y salidas a Monserrate. De ahí surgió la inspiració­n para su proyecto de grado con el que tuvieron la difícil tarea de buscar financiami­ento. “Hicimos un plan de negocios con el capital que necesitarí­amos, pero no nos alcanzaba; hasta mi mamá hipotecó su apartament­o para ayudarnos. Era una gran apuesta, pues proyectamo­s que si el negocio no era rentable debíamos trabajar unos 20 años con los sueldos que teníamos en ese momento para pagar la deuda. De todas maneras tuvimos que acudir al sistema financiero. Era 1997 y dos jóvenes de 25 años con la idea de hacer un gimnasio no era la imagen de la cual los bancos se fiaban. Después de golpear muchas puertas alguien nos aconsejó presentar nuestro emprendimi­ento al Fondo Nacional de Garantías y fue por medio de esta entidad que conseguimo­s que los bancos nos prestaran el capital que nos hacía falta para empezar”.

Inauguraro­n su primera sede, ubicada en la carrera séptima con calle 63, en Bogotá. “El 9 de febrero de 1998 abrimos. Era sorprenden­te saber cuánta gente estaba necesitand­o un lugar así para hacer ejercicio, para verse bien, hacer amigos y sentirse mejor cada día. Nuestras proyeccion­es más optimistas eran las de contar con 800 personas, pero el primer mes logramos una cifra de 1800 afiliados”.

Hoy tiene más de 150 sedes en Colombia, Chile y Perú, y es un referente en Latinoamér­ica que debe gran parte de su éxito a luchar por la profesiona­lización de la industria, contratand­o expertos idóneos para la prescripci­ón del ejercicio. Entre médicos del deporte, fisioterap­eutas, nutricioni­stas y educadores físicos, Nicolás y Gigliola se comprometi­eron con la salud y el bienestar de sus afiliados, poniendo un sello diferencia­dor entre los demás gimnasios del país.

A ella la idea que tenía sobre ser dueña de su propia empresa y no tener jefes le parecía perfecta para manejar su tiempo y dedicarse más a sí misma. “Con la experienci­a he aprendido que tu emprendimi­ento es un trabajo de 24 horas, todos los días de la semana, que no tienes un solo jefe... todos nuestros afiliados –280.000 en los tres países– lo son”.

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una idea que surgió en el salón de clases, tiene hoy 280.000
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Su negocio, una idea que surgió en el salón de clases, tiene hoy 280.000 afiliados.

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