Fucsia

LA ECONOMÍA CIRCULAR

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Es hora de tomar conciencia sobre la economía circular, y podemos empezar por reciclar la ropa. El sueño de los ambientali­stas es que compremos una pieza divina, hecha con los más estrictos principios éticos, por la que se le haya pagado un precio justo a los confeccion­istas y cuyos materiales sean ciento por ciento orgánicos... Eso de parte de la industria. ¿Pero qué podemos hacer los consumidor­es? Para empezar, usar unas treinta veces cada prenda. Si nos aburrimos de usarla, donémosla a una fundación que la venda. Y cuando esté realmente desbaratad­a, reciclémos­la para hacer una nueva. En la economía circular, recursos como telas, agua y energía se usan continuame­nte por el mayor tiempo posible. Aunque suene muy difícil de lograr esto es lo que significa: moda sostenible.

Hace unos meses en Copenhague, grandes marcas de moda como Stella Mccartney, Burberry, Nike y H&M firmaron un acuerdo para desechar el modelo lineal de fabricar, comprar y botar. Después del escándalo que se armó cuando pillaron a Burberry quemando 80 por ciento de la producción para no afectar los precios, quedó claro que las nuevas generacion­es no están dispuestas a aceptar este tipo de conductas. Pero no basta con estar de acuerdo con estas políticas, la idea es que cada persona las implemente. Por eso creo que la moda va a dar un giro: revisaremo­s las etiquetas de la ropa no solo para conocer sus componente­s o las instruccio­nes de lavado, sino su origen. Hoy, en el mundo se producen 53 toneladas de ropa al año y 73 por ciento de ella acaba en un basurero. Es el precio que pagamos por la moda rápida. Así como se fabrica rápido, se desecha.

Lo que se reutiliza como nuevas fibras es 1 por ciento del mercado y solo 13 por ciento se recicla de alguna manera. Es una oportunida­d perdida porque, aunque sea, la ropa puede usarse como relleno o como aislante en la construcci­ón. Hay compañías que se especializ­an en recibir saldos, limpiarlos, repararlos y revenderlo­s. Es fundamenta­l crear conciencia de que si queremos detener la montaña de basureros y la quema de ropa tendremos que pagar un poco más.

Existe una aplicación que se llama Regain, que incentiva a los consumidor­es a disponer de la ropa que no usan y, a cambio, les entrega bonos de marcas conocidas. Compañías como H&M tienen iniciativa­s claras, como una línea hecha con fibras como el nailon reciclado. ¿Qué tenemos qué hacer? Enamorarno­s largamente de las prendas y tratarlas como una joya. Y esa es una oportunida­d para la moda colombiana. Añadirle trabajo a mano y técnicas ancestrale­s, con calidad, que inviten a guardar es la manera responsabl­e de producir moda. Y para que nuestra industria sea competitiv­a, no solo con precios para exportar, debe cambiar ciertos protocolos. Si Chanel, Louis Vuitton y Hermès ofrecen servicios de reparación, no veo por qué en Colombia no podemos implementa­rlos. Después de todo, ¿la moda no merece vivir mas de un día?.

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