Catalina Casas
APRENDIÓ LO QUE SABE DE ARTE SOBRE LA MARCHA, CUANDO DECIDIÓ ABRIR GALERÍA CASAS RIEGNER EN 2001. PERO SU CONEXIÓN CON ESTE FUE ALGO QUE SUS PADRES LE FOMENTARON A TEMPRANA EDAD.
ADEMÁS DE un amor profundo por el arte en todas sus manifestaciones, a la politóloga Catalina Casas, hija del exministro Alberto Casas Santamaría y la fotógrafa y artista Ellen Riegner de Casas, las causas sociales siempre la han movilizado. Sobre todo la de la Fundación Ellen Riegner de Casas –organización destinada a procurar el bienestar y la calidad de vida de pacientes oncológicos de escasos recursos–, la más cercana a su corazón (su madre falleció de cáncer en 2012).
Como galerista, es una abanderada del talento colombiano. De su trabajo como promotora le apasiona impulsar el arte contemporáneo, apuntando con el programa expositivo de su galería a introducir nuevos nombres en la escena nacional e internacional. Parte de su estrategia ha sido invitar a artistas y curadores extranjeros para que conozcan el país y se asombren de lo que pasa acá.
Enaltecer el arte local y sus exponentes es algo que no solo ha conseguido con la disposición de un espacio, también gracias a la visibilización de lo que acontece en la esfera cultural y siendo un canal entre los artistas, el público y otros actores en escena. Los columbarios, de la artista Beatriz González, obra ubicada en el Cementerio Central de la capital, es una de las tantas que la siguen cautivando. La razón es que para ella el arte se convierte en un elemento restaurativo de los espacios urbanos y en la oportunidad perfecta para que los bogotanos recorran la ciudad y rememoren una historia común en la que la expresión artística funciona como hilo conductor. Es en este tipo de escenarios donde el arte cumple, desde su perspectiva, una función transversal en el proceso de entender de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Abrir su galería, 17 años atrás, significó para ella la apertura a un universo de artistas con una amplia representación generacional, lo que le ha permitido trabajar con varios talentos jóvenes y emergentes, así como con pioneros en diferentes campos como el artista visual y performer Rosemberg Sandoval y el artista conceptual Antonio Caro. El ímpetu de las nuevas generaciones es algo que la emociona y le reafirma la creencia de que la apuesta por el talento nacional debe ser mucho más grande, por lo que espacios como ARTBO son fundamentales, pues ponen a la gente a pensar en arte y a moverse por él.
Sus años de experiencia la han llevado a entender que todos los días se aprende algo nuevo y que nada es estático. Reconoce que no ha sido un camino fácil, pero sí lleno de pequeños y grandes logros que le han dado sentido a un sendero transitado en el que ella ya ha dejado una huella..