Ana María Devis
A TRAVÉS DE SU TRABAJO CREATIVO LA ARTISTA SE DEDICA A ESTUDIAR EL MUNDO QUE LA RODEA Y, EN ESPECIAL, A ENTENDER SU PROPIO CUERPO DESDE LO ÍNTIMO Y FEMENINO.
SU PASIÓN por el arte nació durante la niñez, mientras exploraba diferentes técnicas artísticas de la mano de su padre. Entretanto, su madre le transmitía curiosidad por la antropología y la arqueología, algo que se manifiesta permanentemente en su obra.
Por eso jamás se cuestionó si lo suyo era ser artista. Entró sin vacilación a la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad de los Andes y luego realizó estudios de fotograbado en Italia y de escenografía en São Paulo, donde trabajó en el taller del arquitecto José Carlos Serroni. Allí ejecutó la escenografía de la ópera Carmen, de Bizet, dirigida por Carla Camurat y Hamilton Vaz Pereira, y del montaje La gota de agua, de Chico Buarque y Paulo Pontes.
FLORA ars+natura –espacio dedicado al arte contemporáneo en Bogotá que funciona como escuela y medio expositivo– ha sido para ella un lugar de crecimiento y aprendizaje. Fue allí donde presentó La mujer tortuga (2016), una serie de dibujos en papel y en caparazones de tortugas –en total, trece que aparecieron muertas en zonas de los Llanos Orientales–, que realizó en vivo en la vitrina del espacio, a la vista de los espectadores, durante tres horas diarias, dos veces a la semana y por dos meses.
Este particular ejercicio fue la antesala para Infinito (2016-2018), una investigación que la llevó a descubrir la historia detrás de los peinados trenzados afro, diseñados, según la tradición oral, como mapas de fuga, y construyó un inventario de trenzas que le hablan de huellas, códigos y contenedores de identidad. Paralelamente, encontró los patrones que conforman las huellas dactilares y los tradujo en sus propios dibujos. Con ambos insumos creó una serie de bosquejos que después convirtió en sellos de caucho con los que plasmó, en una gran superficie, su propia topografía.
Ese espíritu curioso que la acompaña la hace cuestionarse qué otra cosa le hubiera gustado hacer, pues esa singularidad es lo que la ha llevado a transitar diversos caminos y bifurcaciones que son evidentes en sus creaciones, en las que combina el dibujo, la pintura, el grabado, la fotografía y la escenografía.
Pero también existe una línea transversal a su trabajo: su cuerpo, porque es por ahí donde pasan todas sus experiencias. Y lo aborda de diferentes maneras, construyendo distintos sistemas de vida que funcionan como referentes del mundo femenino. “En algunos de mis proyectos hablo de cuerpo físico, porque soy el contenedor; cuerpo dentro de lo digital, porque aparecen fragmentos de mi cuerpo dentro de circuitos electrónicos; cuerpo ausente, porque se intuye esa presencia dentro de un mostrador”, dice. Y es que cada vez entiende más su fisicalidad y el papel que esta desempeña dentro de su arte..