Fucsia

El universo de los perfumes

AUNQUE LOS AROMAS PUEDEN SER CONSIDERAD­OS ALGO ABSTRACTO, LA REALIDAD ES QUE REGISTRAN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD, PUES DESDE SIEMPRE HAN CAPTADO LA EVOLUCIÓN DE LA CULTURA, LA SOCIEDAD, EL ARTE Y LA INDUSTRIA.

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DESCRIBIR UN perfume no es tarea fácil, lo que sí es cierto es que definitiva­mente es algo más que una lista de ingredient­es. Los aromas nos recuerdan momentos íntimos y personales, pero también históricos. El mundo ha vivido el impacto de la urbanizaci­ón, la modernizac­ión y la tecnología; la liberación de la mujer y la potenciali­zación de la sexualidad femenina; y la explosión del

consumo y el poder del dinero. No hay experienci­a humana que un perfumero no pueda capturar y embotellar.

El sector de los perfumes se deriva de la industria del cuero, particular­mente de los guantes. En el siglo XVI, este accesorio era símbolo de estatus, y como el proceso de curtiembre incluía la orina, era vital encontrar la forma de contrarres­tar su desagradab­le olor. Fue en Grasse, en el sur de Francia, donde se instaló la primera fábrica de guantes. Allí se empezaron a cultivar flores de las que se extraían las esencias para los perfumes que se utilizaban con ese propósito. Pero cuando la elaboració­n de los guantes declinó, la de los perfumes floreció. Los campos se llenaron de rosas, jazmines y lavanda.

En 1828, en París, se creó una de las casas de perfumes más importante­s de Europa: Guerlain. En una época en la que las mujeres debían ser modestas y usaban las aguas florales que se producían en Inglaterra, esta casa creó su primera esencia. Fue un

total éxito ya que en principio parecía inocente, pero con el paso de las horas surgían sus notas sensuales.

Después de 190 años, los franceses aún siguen usando ingredient­es de alta calidad para producir sus memorables perfumes. Tal vez el más famoso es Shalimar, creado por Jacques Guerlain en 1925, inspirado en el profundo amor que el emperador musulmán Shah Jahan, de la dinastía mogol, sentía por su esposa Mumtaz Mahal.

Los perfumeros eran dueños de sus empresas y la élite tenía el dinero suficiente para pagarles por los perfumes, que eran muy costosos. Pero François Coty le cambió el rumbo a la industria. Fue pionero al usar ingredient­es sintéticos de buena calidad para lograr precios más razonables, destinados a la burguesía que estaba emergiendo. Eran aromas populares, audaces, sensuales y democrátic­os, pues captaban el momento. En las primeras décadas del siglo XX, la moda revolucion­ó la perfumería, o mejor, la convirtió en lo que es hoy: cada diseñador tiene su propia fragancia con la que gana mucho más dinero que con sus coleccione­s. Después de todo, las prendas de los grandes diseñadore­s solo podían ser adquiridas por unos pocos... Entonces, los cosméticos y los perfumes estuvieron al alcance de todos.

En 1910 Paul Poiret fue uno de los primeros en hacer este maridaje entre ropa y perfume. Él les decía a sus clientas: “Ese vestido le queda perfecto, pero una gota de mi perfume en el dobladillo la hará lucir encantador­a”.

Pero quien en realidad cambió la historia fue Gabrielle Chanel, cuando creó el No. 5 en 1921. No fue solamente el estilo vanguardis­ta de su ropa el que le trajo el éxito, la fragancia por sí misma era extraordin­aria.

En el furor de los pintores abstractos, como Picasso, Mondrian y Kandinsky, este perfume, según Coco Chanel, era “como una brazada de flores abstractas”.

Otro memorable fue Arpège, creada en 1927 por Jeanne Lanvin, la casa de modas más antigua de París. El producto era visto como un intento por sobrepasar a la naturaleza y los campos de flores de Grasse. El más caro y extravagan­te se lo inventó Jean Patou en 1930: acababa de suceder la caída de la bolsa en Estados Unidos, la Revolución rusa y la Primera Guerra Mundial. Esto no fue obstáculo para que Patou y su “nariz”, Henri Almeras, crearan su famosa mezcla de rosas y jazmines. El diseñador advertía que era demasiado costoso y precioso para presentarl­o al público, y esto lo hizo increíblem­ente popular pues, según él, no hay nada que ame más una persona que la idea de tener algo inalcanzab­le. Así nació su legendaria fragancia..

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 ??  ?? Shalimar fue creado por Jacques Guerlain en 1925;
Arpège, por Jeanne Lanvin, en 1927, y Jean Patou, en 1930.
Shalimar fue creado por Jacques Guerlain en 1925; Arpège, por Jeanne Lanvin, en 1927, y Jean Patou, en 1930.
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