Fucsia

Karl Lagerfeld

LA ESPECTACUL­AR PASARELA, CON LOS MODELOS FAVORITOS DEL MODISTO ALEMÁN PARA CHANEL, MARCÓ EL FIN DE LA ERA DE LOS GRANDES COSTUREROS Y EL INICIO DE OTRA, A CARGO DE VIRGINIE VIARD, LA NUEVA DIRECTORA ARTÍSTICA DE LA CASA, FUNDADA EN 1909 POR LA INOLVIDAB

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EL 5 DE MARZO no solo era el último día de la Semana de la Moda de París, sino que estuvo cargado de emociones, por cuenta del debut de la colección otoño/invierno 2020 de Chanel, quizá una de las más esperadas.

Todo invitaba al asombro desde la mismísima entrada al Grand Palais, en plenos Campos Elíseos, que recibía a los espectador­es con una maravillos­a escenograf­ía, inspirada en un pueblito alpino, propicio para deportes de invierno, en medio de la nieve artificial. Los chalés, con sus humeantes chimeneas, y el audio con las palabras de Lagerfeld que memoraban sus inicios en Chanel, entusiasma­ron mucho más a la audiencia. Después de un minuto de silencio, todos los presentes se pusieron de pie para rendirle homenaje al gran costurero, fallecido el pasado 19 de febrero.

Acto seguido, a las 10:30 de la mañana, se dio inicio al show de la casa, que sería el acto final del hombre que mantuvo en alto el nombre de la renom

brada firma parisina por más de tres décadas. Fue una explosión de tweeds, perlas, camelias, cinturones, carteras y la doble C del inconfundi­ble logo de la firma en cristales que brillaban como diamantes. En últimas, se trató de una colección muy rica en los elementos que han dado su sello y renombre a Chanel por más de un siglo, concebida así deliberada­mente por Lagerfeld, a sabiendas de que sería la última, pues no ignoraba que su enfermedad era fatal. El diseñador planeó hasta el último detalle de esta línea junto con Virginie Viard, hoy su sucesora, y el resultado fue un momento de paz e intensa belleza.

Esta pasarela, una de las más reconocida­s en la Ciudad Luz, siempre ha sido muy concurrida y esta vez no fue la excepción, dado que los invitados eran consciente­s de que se trataba de

la cita final con el Káiser. La mayoría de las mujeres estaban vestidas con sus diseños para Chanel, de modo que el Grand Palais parecía un mar de bouclé, el típico material de sus sastres y abrigos, en medio de la nieve de fantasía. En primera fila, se veía a las grandes celebridad­es de la industria, como las actrices Anna Mouglalis y Kristen Stewart, quienes han sido imagen de la firma, y el ministro de Cultura de Francia, Franck Riester.

Cara Delevingne, cuyo estrellato en el modelaje fue obra de Lagerfeld, abrió el desfile al son de campanas y seguida por el resto de maniquíes, quienes salían del chalé Gardenia, vestidas con abrigos voluminoso­s de tweed blanco y negro, y pantalones de talle alto con prenses. En contraste con estas últimas prendas, ellas apareciero­n enseguida con los shorts bicicleter­os que la casa presentó en las pasarelas de octubre para el verano, debajo de minivestid­os con chaquetas cortas, para lograr una silueta más ajustada. Entre las prendas más bonitas estaban los vestidos en tejido de punto con diseños nórdicos y chaquetas de plumas en colores primarios.

Todo ello sucedía al ritmo de la música que Philip Glass creó para la película Mishima: A Life in Four Chapters, cuyo aire solemne fue muy apropiado y tocó las fibras de varias modelos, quienes ocultaron sus rostros compungido­s con anteojos oscuros en pleno desfile. Lo mismo se vio entre algunos espectador­es que lloraban silenciosa­mente.

El cierre estuvo a cargo de la actriz española Penélope Cruz, otro ícono de la marca, quien desfiló en un bello acto simbólico, con una rosa blanca en la mano en homenaje al último gran costurero, quien ya no volverá al Grand Palais. Sin embargo, ese espíritu eterno y abierto a la renovación, que él dejó como legado, iluminará este mítico escenario en el invierno próximo..

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