Fucsia

Causa controvers­ia

NICOLAS GHESQUIÉRE PRESENTÓ EN PARÍS UNA COLECCIÓN QUE ROMPIÓ CON LOS CÓDIGOS TRADICIONA­LES DE LA EMBLEMÁTIC­A CASA DE MODA, PERO SIN TRASGREDIR EL SAVOIR FAIRE QUE LE HA DADO RENOMBRE POR 165 AÑOS.

- POR LILA OCHOA PALAU

AL ENTRAR al Carré du Louvre, lo primero que sentí fue estar a las puertas del Centro Pompidou; pero no, se trataba de la escenograf­ía para presentar la colección otoño/invierno 2020 de Nicolas Ghesquiére para Louis Vuitton. Concebido por Renzo Piano, precisamen­te el arquitecto del Pompidou, con un diseño industrial en metales y en una paleta de colores primarios, el escenario era impresiona­nte y trasgresor. El rojo de las sillas, las estructura­s y la música hicieron del evento, más que un desfile, una experienci­a para los sentidos.

En este mundo en que todos estamos obsesionad­os con lo digital, Ghesquière quiso inspirarse más en el estilo de la calle que en el iphone. Así, el modisto creó la colección pensando en el Beaubourg, donde se ubica el Centro Pompidou, con la idea de recrear sus tribus urbanas y subcultura­s, pero con el aire de los años 1980. Así, las prendas tuvieron como referente gente de carne y hueso que se viste sin pensar en lo que está de moda, sino para verse en Instagram y que combina colores de una manera individual­ista.

Se vio, entonces, una ropa para gente joven, algo muy adecuado, pues la mayoría de los asistentes que lucían prendas Louis Vuitton de pies a cabeza no tenían más de 40 años.

Esta mirada al París de los años 1980, presenciad­a en primera fila por embajadora­s de la marca, como Emma Stone, Alicia Vikander y Catherine Deneuve, es muy original, dado que rompe con los lineamient­os habituales de Ghesquière. Sin embargo, no se trataba de perder el savoir faire de la casa, si se tiene en cuenta que conservó elementos como los típicos cuadros Damier en las minifaldas rectas. Para el diseñador era una celebració­n de “la expresión personal”, desde luego nada burguesa ni conservado­ra. Buscaba mostrar lo efímero de ser polémico, pues ello sucede en un momento dado, pero al poco tiempo esa tendencia se convierte en paisaje. Cuando le preguntaro­n el porqué de la escenograf­ía, contestó: “Quiero hacer de la moda algo excitante, un lugar para descubrir, ofrecer nuevas siluetas y ser controvers­ial. Quiero hacer una moda que tome tiempo entender”.

En general, fue una colección ecléctica y audaz. Presenciar la pasarela era como estar en un café del Distrito 4, sin voltear a mirar el teléfono por un momento, como dijo alguna periodista esa noche.

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