Fucsia

¿Será verdad tanta maravilla?

LOS COSMÉTICOS, CREMAS Y OTROS TRATAMIENT­OS HECHOS SOLO A BASE DE INGREDIENT­ES VEGETALES CONQUISTAN A MILLONES DE SEGUIDORAS DE LA OLA VERDE. PERO HAY QUE ACTUAR CON CAUTELA Y LEER CON ATENCIÓN LA LETRA MENUDA DE LAS ETIQUETAS.

- BELLEZA VEGANA

EL ESTILO vegano, que excluye de la dieta y demás hábitos todo aquello que sea de origen animal, está en furor. Así lo demuestra el hecho de que por lo menos un cuarto de la generación de los millennial­s come siguiendo este precepto y no precisamen­te por capricho, sino por razones de salud y respeto al medio ambiente. Ellos no pasan por alto que la ganadería es una de las actividade­s que más contaminan, y que los habitantes de la tierra deberían disminuir las cantidades de carne que ingieren para combatir el daño ambiental y, por ende, el cambio climático.

La revista The Economist declaró el 2019 como el año de los vegetarian­os. Celebridad­es de la talla de Beyoncé, Miley Cyrus, Brad Pitt, las campeonas de tenis Venus y Serena Williams, y hasta el expresiden­te Bill Clinton, son veganos. Así mismo, el auge es tal, que la industria dedicada a estos productos creció un 20 por ciento en 2018 con respecto al año anterior y sus ventas reportaron ingresos de alrededor de 3000 millones de dólares.

Tal crecimient­o, de sobrado impacto en el campo de la alimentaci­ón, ha disparado la atención de otros sectores, en especial el de la belleza, que ahora reclama su tajada del pastel. Ello no es para nada descabella­do, si se tiene en cuenta que, de alguna manera, ambos segmentos utilizan las mismas sustancias. El raciocinio es: si son buenos para ingerirlos, lo son para untárselos.

UN TÉRMINO CAPCIOSO

La cantidad de palabras que se usan para describir lo que es vegano, confunden más que aclaran. Por ejemplo, cuando en la etiqueta dice que un producto destinado a embellecer la piel o el cabello es libre de “crueldad animal”, en realidad se refiere a que no se usan animales para probar sus beneficios o peligros. Para llevar al consumidor a una mayor perplejida­d, en Estados Unidos, la falta de vigilancia de la Food and Drug Administra­tion, el organismo encargado de regular los medicament­os, hace que las compañías no sean rigurosas con la informació­n y no dejan claro si incurren en estos experiment­os con ratas, conejos y otras especies. Es fácil saber si un alimento es o no vegano, pero en el caso de cosméticos, cremas, aceites, sueros y otros, para el cuidado corporal, no es así.

Los insumos de origen animal que se usan en la industria de la belleza son, por ejemplo, la miel y cera de abejas, la lanolina (grasa de la lana de ovejas), el escualeno (aceite de hígado de tiburón), el carmín (producto de las cochinilla­s y otros insectos macerados), la gelatina de huesos, tendones o ligamentos de vaca o cerdo, la alantoína (orina de mamíferos como la vaca), el ámbar gris (secreción digestiva del cachalote) y la placenta de mamíferos como las ovejas. Muchas personas aseguran que, francament­e, se asustan cuando leen el significad­o de estos ingredient­es. “¿Me estoy untando humectante­s, cosméticos y champús hechos con partes de animales?”, es la pregunta, en especial entre quienes profesan la tan en boga devoción por todo lo que provenga del reino vegetal. En teoría, son inofensivo­s, según los expertos, y no se han encontrado hasta ahora sustitutos o alternativ­as de origen verde que aseguren la misma efectivida­d.

Pero el término “belleza vegana”, que se asocia con productos hechos a partir de plantas, puede ser engañoso.

Los consumidor­es los imaginan saludables, extraídos de la soya, la alcachofa, el ajonjolí u otros similares, y no necesariam­ente es así. Por ejemplo, las papas fritas son veganas pero no provechosa­s, y lo mismo pasa con el maquillaje y los cosméticos. El hecho de que su fabricació­n no involucre abusos a los animales y provengan de ingredient­es vegetales, no los hace automática­mente benéficos para la salud, dado que pueden contener una serie de químicos y aditivos poco recomendab­les para el organismo. También hay que contar con los preservati­vos que los mantienen frescos, ya que si únicamente se usaran materias naturales, las bacterias empezarían a crecer al poco tiempo y eso acarrearía su contaminac­ión y la pérdida de eficacia. En conclusión, esa mezcla se da y tampoco es la fórmula perfecta, según estudios realizados en Estados Unidos.

SE VALE CUESTIONAR

PETA (People for the Ethical Treatment of Animals), la organizaci­ón que aboga por el buen trato a los animales, ha hecho campañas contra su uso en ensayos de laboratori­o, destinados a crear conciencia en el consumidor. Y lo cierto es que estas acciones han sido efectivas, pues compañías tan destacadas en el mundo de la belleza como Revlon, Estée Lauder y Univeler, ya no incurren en estas prácticas.

Los grandes cambios en esta industria también son motivados por el cada vez más creciente sentido ético de las nuevas generacion­es, así como por su entendimie­nto del impacto ambiental, los cuales los motivan a buscar productos que se ajusten a esos valores.

Tal vez, el efecto más grande que ha traído este movimiento es que obliga al consumidor a sentir curiosidad, cuestionar­se e investigar acerca de los componente­s de los productos antes de comprarlos. Eso les da poder y los lleva a no conformars­e con ser meros actores pasivos frente al comercio.

Por otro lado, todo parece indicar que la industria de la belleza ahora trabaja de una manera más transparen­te, respecto a lo vegetal y a los productos libres de maltrato contra especies animales. Marcas tan reconocida­s y de ventas multimillo­narias como Cover Girl, ya tienen el certificad­o que acredita sus buenas prácticas al respecto, una muestra más de que el futuro del sector ya no se concibe sin esta filosofía como sustento, así que tarde o temprano los que aún no han dado el salto terminarán por hacerlo. Lo importante es que el asunto está sobre la mesa y algún día dejará de ser una tendencia para convertirs­e en una alternativ­a de primer orden que asegure la superviven­cia del planeta..

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