SEGUNDO, DE AZULEJOS Y LADRILLOS
En un contexto cálido, determinado por el ladrillo a la vista de las paredes de siete metros de alto, el arquitecto Santiago Muñoz le dio movimiento al comedor con el juego entre la cocina y los clientes.
“Los cocineros que están adentro no tienen una sensación de encierro y pueden ver la reacción del cliente con el plato que acaban de preparar. Es un buen juego entre las dos partes”, explica el arquitecto Santiago Muñoz. Las paredes de Segundo –que muestran ladrillo artesanal y listones de madera natural– le dan un contexto cálido al acero inoxidable de la cocina y contrastan con los azulejos cuadrados que le imprimen color al fondo. Las texturas del conjunto de materiales –que también reúne concreto expuesto y mármol blanco– se acentúan con las lámparas que cuelgan del techo de siete metros de alto y determinan una atmósfera tan única como el árbol que desde el exterior impone su presencia. La altura y la disposición del lugar fueron pensados para darle visibilidad al viejo caucho sabanero, y el concepto –que en su materialización logró una combinación armónica– dejó a la cocina como protagonista. Finalmente es allí donde sucede la acción.