Habitar

HUGO ZAPATA

La casa de Hugo Zapata resume lo que es él como artista: espacios austeros, un taller tosco e impresiona­nte y cientos de piedras apiladas que son su inspiració­n, material y compañía.

- POR ANDREA URIBE YEPES FOTOS SERGIO GóMEZ

Antes de entrar a la casa, antes siquiera de divisar la puerta de acceso, lo que se ve son montañas de piedra sobre la grama fresca. Piedras de todos los tamaños y todas las formas posibles se apilan alrededor de la casa y el taller y forman lo que Hugo Zapata, artista paisa, llama ‘sembrados de piedra’. Cada mañana camina con cuidado sobre ellas, las rodea, las mira detalladam­ente, las golpea un poco y encuentra, siempre entre el tumulto, una que lo invita a trabajarla. Las piedras se convierten en obras de arte en un taller anexo a la casa, un espacio amplio, polvorient­o, rústico, con máquinas, escaleras y techos altos que permiten realizar cualquier tipo de trabajo con la piedra. Este es el verdadero corazón del lugar, este es el centro de esta finca en El Retiro, donde Hugo ha vivido y producido su obra por 35 años.

El interior del espacio que habita es austero: una habitación en el segundo piso, una sala de estar, un comedor, una cocina y una habitación pequeña en el primer piso donde ahora operan sus oficinas; no hay mucho más. Cada uno de esos rincones tiene detalles que lo hacen único, pero hay dos cosas que sorprenden: el suelo de todas las habitacion­es es de madera, pero en el centro de algunas hay un rectángulo de piedra negra y rugosa que, además de brindar calidez, habla de quién habita en ella. La casa también está ocupada por decenas de esculturas de animales que colecciona y trae de sus viajes; los primeros fueron unos toros peruanos, pero el más imponente es un puma que atraviesa la sala y fue traído del Orinoco colombiano.

En el exterior se ven obras como los EspejosEst­elares y Amantes, listos para ser despachado­s a sus nuevos espacios; macetas con flores rosas, moradas y amarillas y una piscina de escaso metro y medio de profundida­d, hecha en piedra, que marca el punto de inicio del paisaje espeso y montañoso. El bosque que rodea la casa era antes un pinar, pero Hugo decidió quitar los pinos y dejar que creciera la naturaleza virgen. Por supuesto, cada tanto, si caminas por allí, encuentras piedras que tal vez, si tienen suerte, se conviertan en arte.

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