ARQUITECTURA
Esta casa, ubicada en el centro histórico de Barichara, está diseñada y hecha por manos santandereanas con elementos de la zona que exaltan la naturaleza y la vegetación del entorno.
Esta casa en Barichara es una declaración de principios: se puede hacer arquitectura de lugar de principio a fin, diseñando con armonía y usando materiales vernáculos.
M“Me imagino –algún día que tenga nietos– verlos correr por la casa, disfrutándola. Y si quieren hacer una rayita en una pared, no hay ningún problema porque la casa te deja, te lo permite”, asegura la propietaria de estos 962 metros cuadrados de área ubicados en el centro histórico de Barichara. Para la construcción, que contó con la arquitectura del artista plástico John Alexander Carreño, se decidió usar solo materiales cercanos al terreno. Las paredes en tapia y los ladrillos se compactaron con tierra del mismo lote –que resultó de las excavaciones para los tanques de almacenamiento de aguas lluvias–, el piso en tablón y la teja se extrajeron de los chircales de la vereda Guayabal, donde se coció y se talló el barro, mientras que los muros de colores están compuestos por piedras de canteras de las zonas rurales de Villanueva y Guane.
La propietaria, una administradora de empresas con estudios en negocios internacionales, nacida en Socorro y apasionada por el diseño, quedó fascinada con la vegetación y la vista del predio, y a partir del jardín central –en el que sobresale una palma de doce metros de altura– imaginó una nueva casa de recreo para los seis miembros de su familia. Comisionó a Carreño, originario de San Gil, para materializar sus ideas, y él, respetando el relieve del terreno, distribuyó la obra en cuatro niveles que se recorren por un sutil escalonamiento en forma de U.
TODOS LOS MATERIALS DE LA XASA SON ORIUNDOS DE POBLACIONES SANTANDEREANAS DE GRAN TRADICION. COMO VILLANUEAVA, GUANE, GUYABAS Y , POR SUPUESTO, BARICHARA.
Adentro, en la zona social, el conjunto de muebles está conformado por un sofá tapizado en cuero y capitoneado en un taller bumangués, lámparas de techo adquiridas en la capital santandereana y un espejo de pared con marco en cedro diseñado por la señora de la casa y tallado por el carpintero Jesús Sarmiento, quien también estuvo a cargo de la mesa del comedor, que reúne sillas tapizadas en fibras naturales extraídas en Curití, Santander. Las habitaciones cuentan con percheros elaborados por la artista sangileña Alba Lucía Urrea a partir de puertas recicladas.
En el mirador se encuentran hamacas hechas en Barichara que invitan a leer un libro, a tomar una siesta o a apreciar con tranquilidad el hermoso paisaje circundante, que incluye la cúpula y las torres de la catedral de la Inmaculada Concepción, el relieve de las veredas aledañas, los tejados de las casas del pueblo y el matiz azuloso de la cordillera Oriental del país. La sensación de libertad se percibe en todos los rincones de esta obra arquitectónica. Aun bajo techo y entre de paredes, la visual apunta al jardín central poblado de helechos, heliconias y orquídeas –entre otras variedades de vegetación– o a la armonía del clima que deriva de su ubicación geográfica: un bosque tropical seco a 1400 metros sobre el nivel del mar cuyo nombre, Barichara, no podría ser más perfecto. En lengua guane, significa “lugar para el descanso”.
LA LUZ SE FILTRA POR DIVERSOS ESPACIOS DELA CASA. ESTO PERMITE QUE EL PAISAJE Y QUE LA CASA TENGA VENTILACION NATURAL.