PUNTO FINAL
EL ARQUITECTO FELIPE GONZáLEZ-PACHECO CONCIBE SU PROFESIóN COMO INSTRUMENTO QUE MEJORA LA CALIDAD DE VIDA DE LAS PERSONAS Y LA CONVIVENCIA EN SOCIEDAD. HOY, CON EL EQUIPO DE SU ESTUDIO, ESTá TERMINANDO EL MUSEO NACIONAL DE LA MEMORIA.
El arquitecto Felipe González–Pacheco, director de MGP, contestó nuestro cuestionario.
Nació en Bogotá, en 1964, y de niño acompañaba a su papá a visitar a Jorge Rueda, arquitecto. Mientras los señores charlaban en la sala, el pequeño Felipe González-Pacheco Mejía subía al altillo de la casa y se maravillaba con el universo que encontraba en la mesa de dibujo de Rueda. Era “como si uno quisiera ser piloto y lo sentaran en la cabina del avión”, recuerda. Cuando terminó el colegio entró a la facultad de Arquitectura de la Javeriana, se graduó en 1987 y ejerció su primer trabajo en la firma RGM, donde conoció a su colega Juan Ignacio Muñoz, quien fue su socio en la creación de la oficina MGP, en 1990. A los dos años se vinculó a la Universidad de los Andes como profesor de cátedra, en el 2007 compró las acciones de Muñoz y cambió el nombre de la empresa por Pacheco Estudio de Arquitectura. En su trayectoria ha diseñado la capilla Santa María de los Caballeros del Gimnasio Campestre, el Polideportivo de la Universidad de los Andes y el Plan Maestro del Gimnasio Moderno, entre otros proyectos institucionales y residenciales, y hoy está terminando, junto con el estudio español Entresitio, el Museo Nacional de la Memoria, en Bogotá.
Un maestro que lo haya marcado.
Puedo decir que Carlos Campuzano. Ha sido compañero y mentor también. No me dio clase en la universidad, pero me ha dado clase en la vida. Hicimos el Taller de Cartagena durante 15 años y sus lecciones fueron muy potentes dentro de la profesión.
Una figura mundial.
Eduardo Souto de Moura en un momento dado fue para mí un ídolo. Hoy, estoy mirando a David Chipperfield. Me parece un tipo de una seriedad y una rigurosidad brutal con la profesión.
Cuatro rasgos que definan la buena arquitectura.
Que sea una experiencia emocional, que perdure en el tiempo, que ayude a vencer la soledad y que tenga calidad constructiva.
Para usted, ¿cuál es el peor estilo arquitectónico que ha existido?
A nosotros nos tocó vivir una cosa horrible de la profesión: el posmodernismo, que era la tendencia internacional de la época de estudiante.
¿Cuál es su sueño como arquitecto?
Conseguir proyectos trascendentes en la sociedad para mejorar la calidad de vida. Vivir solo no tiene sentido. En ninguna parte del mundo. Nunca. Nosotros queremos vivir en sociedad y para eso tenemos que aprender a convivir en la diferencia. La arquitectura y el urbanismo no resuelven todo, pero sí muchos problemas.
¿Qué espacios necesita Bogotá con más urgencia?
Bogotá necesita que su espacio público sea protegido por la ciudadanía.
¿Qué lo pone de mal genio cuando está trabajando?
La búsqueda del atajo. La arquitectura es un proceso de elaboración ¡como la cocina! Uno no puede pretender hacer un plato en el microondas. La producción arquitectónica tiene que ser un proceso de pensamiento completo.
¿Qué tanto utiliza la tecnología en su trabajo?
Todo lo que se pueda traer de tecnología al estudio, bienvenido. Aunque soy nostálgico de algunas cosas.
Una estructura que lo haya impactado.
La arquitectura militar de la colonia española en Cartagena tiene una emoción impresionante, a pesar de venir de los ingenieros militares. Ahora me paso para el otro lado: las torres de Norman Foster en Londres. Eso es tecnología de punta. Y la casa Robie de Frank Lloyd Wright, en Chicago.
Su ciudad favorita.
Londres.
Un país por conocer.
Japón.
Sus héroes del diseño de muebles.
Charles y Ray Eames.
Una pintura que quisiera tener en su casa.
Cualquiera de Jackson Pollock.
¿Qué está leyendo ahora?
Me leí los libros de Yuval Noah Harari, y a raíz de eso estoy empezando a leer de física cuántica.
Sus directores cinematográficos de cabecera.
Tarantino y los hermanos Coen. Me interesa la expresión artística de la violencia. El cine argentino también tiene cosas muy divertidas.
¿Qué serie recomienda?
Fargo es la mejor de la historia. Hay que ver la película y después las tres temporadas, que no son tan largas.